Un plato roto
La ruptura de relaciones diplomáticas entre Santo Tomé y Príncipe con Taiwan no es una simple anécdota. China suma un nuevo aliado tras la recuperación en marzo de Gambia, quien había roto con la isla en 2013. Ambos casos reflejan el fin de la “tregua diplomática” que el Partido Comunista y el Kuomintang sellaron en 2005 al establecer la llamada “tercera cooperación”, un entendimiento para conjurar el soberanismo y facilitar la reunificación. Ese consenso permitió cierto respiro internacional de Taiwan entre 2008 y 2016, evitando el baile de aliados a golpe de chequera y propiciando una mayor participación de la vieja Formosa en los foros internacionales.
Tras la amplia victoria soberanista en enero de este año, la presidenta Tsai Ing-wen, impuso otro rumbo. China respondió con el congelamiento de las relaciones a través del Estrecho. Se resintió el comercio bilateral (descenso de más de un 6 por ciento de enero a octubre), las visitas de turistas continentales cayeron en picado (casi un millón menos) y la participación internacional se frenó en seco.
Taipei argumenta que la razón última del cambio de Santo Tomé fue la negativa a satisfacer sus exigencias financieras; no obstante, no es difícil ver la mano de Beijing tanto en este como en el caso anterior de Gambia. Aunque el gobernante Minjindang intente deslindar este hecho de la negativa a suscribir las exigencias del PCCh de aceptar la política de una sola China y reclame unidad entre los partidos políticos de la isla, especialmente del KMT, es evidente que ambos fenómenos están relacionados y que las formaciones partidarias de la unificación los presentarán como una negativa consecuencia de su política.
Los cambios en la situación internacional y en las relaciones a través del Estrecho no otorgan muchas esperanzas a Taiwan. Pese a las altisonantes palabras de Donald Trump cuestionando la política de una sola China, muchos en Taipei temen que ello convierta a la isla en una moneda de cambio en la política sino-estadounidense. Al final, podría tener que pagar los platos rotos.
En enero próximo, la presidenta Tsai viajará por segunda vez a Hispanoamérica para visitar Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador. La posibilidad de un efecto dominó en la región figura en la agenda. Cabe esperar que la presión de Beijing vaya en aumento tras darse a conocer un nuevo documento de política para América Latina y el Caribe. Los rumores en torno a un próximo acuerdo con el Vaticano son persistentes y, de confirmarse, representaría otro duro golpe.
La confrontación está servida. A priori, China lleva todas las de ganar. Otra cosa es que ello facilite la reunificación.
Xulio Ríos
Xulio Ríos: Director del Observatorio de la Política China.