Siria: Los objetivos de la lucha por Palmira
Los objetivos de la lucha por Palmira entre el Estado Islámico, Daesh por su acrónimo en árabe, y el Ejército sirio y sus aliados van más allá de una confrontación militar porque significa la sostenibilidad nacional ante una guerra impuesta.
Palmira, cuya ciudadela antigua es Patrimonio de la Humanidad desde 1980, se ubica en medio del vasto desierto sirio fronterizo con Iraq, y a su alrededor geográfico se concentra casi el 45 por ciento de las reservas de gas de esta nación del Levante.
Más de 40 yacimientos están situados en el área noreste de la región, perteneciente a la provincia de Homs y cuya producción en condiciones normales llegaría a nueve millones de metros cúbicos diariamente.
La zona es también punto de tránsito por donde pasan los gaseoductos que transportan gas desde importantes yacimientos en las vecinas provincias de Hasaka y Deir Ezzor, al noreste y el este de Siria.
Los datos señalan que es además, el centro de la extracción o transferencia de casi toda la producción del país, donde se encuentran las más importantes plantas de procesamiento y de energía suministradoras de electricidad y gas para uso doméstico e industrial a las áreas donde vive la mayor parte de la población.
Maher, Shaer y Hayyan están entre los principales puntos geográficos en ese sentido, con pozos y plantas fundamentales con ese fin y fueron los principales objetivos en los ataques del Daesh desde los primeros instantes de la guerra terrorista.
Abu Bakr Al Bagdadi, el escurridizo y máximo cabecilla de ese grupo, lo expresó públicamente y en nombre de Alá pidió ‘consolidar’ el dominio sobre ese vasto territorio para sustentar- como lo lograron hasta no hace mucho- una fuente de financiamiento que les llegó a proporcionar miles de millones de dólares.
La realidad demuestra con creces que la base confesional, la denominada división entre extremistas religiosos y otras creencias más tolerantes, queda en un segundo plano y a pesar de todo el esfuerzo mediático sin precedentes que lanzó el mundo occidental en ese sentido contra Siria.
En medio de una brutal agresión externa que alentó hasta límites incalculables las disensiones internas, el Estado sirio comprendió y racionalizó prioridades y mantuvo la disputa en los terrenos de combate y aplicó estrictas medidas en los controles de combustibles y sus derivados y la generación de electricidad.
Desde el 2012, todo esa desértica región fue y sigue siendo escenario de duros combates y el dominio alterno de las fuerzas leales a Damasco y los extremistas armados y que obligó a la aplicación de nuevas tácticas y estrategias.
A partir de septiembre del 2015, todo empezó a cambiar tras la solicitud legal e institucional del gobierno de Bashar al Assad de apoyo aéreo de Rusia, dirigido esencialmente y sin cortapisas, contra el Daesh y su prepotencia política más que confesional.
Con rapidez y eficiencia, en medio de una realidad geográfica bien difícil desde el punto de vista militar, el apoyo aéreo ruso significó la garantía para el avance de las tropas terrestres del Ejército sirio y el sensible corte a las líneas de suministros del Daesh.
La primera liberación de Palmira en marzo del 2016 por el Ejército sirio y la posterior contraofensiva del Daesh que volvió a ocuparla a fines de ese año, permitió una evaluación de errores de apreciación tácticas y estratégicas, asimilarlos con rapidez y revertir la situación.
Entre diciembre de 2016 y el actual mes de marzo, la coordinación operativa junto a la asesoría rusa e iraní permitió a las fuerzas sirias reconquistar Palmira, con apoyo básicamente y como tropa de choque y avanzada por la Quinta Legión, los combatientes de Hezbolá y los afganos fatimís.
La actual situación permite equilibrar los flancos de defensa en el desierto y la región oriental de la provincia de Homs, mejorar la protección y retoma de los campos de petróleo y gas,tal como se logró en el de Hayyan.
Por primera vez en la vastas extensión desérticas hacia Palmira se emplearon equipos militares de avanzada como los TOS 1 A, Buratino y los helicópteros de ataques MI 28 y Ka 52, además de fuerzas especiales artilleras y de pequeñas unidades del Ejército sirio.
Los resultados de tales acciones están demostrados en la destrucción de 19 tanques, 37 blindados de combate, 98 camionetas con armas pesadas y más de 100 vehículos de otro tipo del Daesh y el establecimiento de una zona segura de operaciones a más de 20 kilómetros al este y sur de Palmira.
Todo ello en aproximadamente dos meses de operaciones, a lo que se suma la aniquilación de más de dos mil puntos de concentración de los terroristas y la recuperación de cerca de mil 700 kilómetros cuadrados de territorio.
Palmira, junto a sus milenarios valores históricos y arqueológicos, es hoy el símbolo de la resistencia y firmeza de un país del Medio Oriente como nunca antes, en defensa de la sobrevivencia de su soberanía e independencia.
Pedro García Hernández