Nueva detente petrolera: Rex Tillerson, secretario de Estado en la era del Trumpismo
La reciente elección de Rex Tillerson como secretario de Estado de la Administración Trump, ha causado gran conmoción no solo por ser un hombre proveniente de la industria petrolera y de la empresa ExxonMobil, que ha sido descrita por el periodista estadounidense Steve Coll, como sustento de lo que él denomina “el poder privado y el poder americano”.
La elección de Tillerson plantea un escenario de cambio de paradigma en el modo de llevar los asuntos de la política exterior de Estados Unidos, en medio de un contexto geopolítico donde Washington, de la mano del presidente electo Donald Trump, construye un marco de cooperación con Rusia, por lo cual la elección de Tillerson proyecta un mensaje adecuado hacia Moscú, no solo por las excelentes relaciones que el ex CEO (‘Chief Executive Officer’) de ExxonMobil ha construido con el presidente ruso, Vladimir Putin, sino especialmente porque dicho puente de comunicación y diplomacia se ha sustentado alrededor de una materia prima de primer orden de carácter estratégico: el petróleo.
Tillerson proviene de la división “corriente arriba” de ExxonMobil, es decir, del sector especializado en la exploración de petróleo y gas, la cual es altamente valorada al interior de la petrolera, toda vez que la consideran como el alma de la empresa, ya que como lo apunta Coll, para los directivos de ExxonMobil: “los verdaderos hombres, descubren petróleo”.
No perdamos de vista que Tillerson es originario de Texas, creció en medio de un entorno religioso cristiano protestante, fuertemente influenciado por su madre, al tiempo que se consolidó alrededor de la disciplina de los grupos Águila Scouts. Rex Tillerson como personaje captura la imagen del clásico hombre blanco que hace su fortuna en medio de un contexto de lucha empresarial y mediante la clásica ética de trabajo protestante, conjunto de valores que encajan en la superficialidad de la envoltura pragmática del Trumpismo.
Tillerson egresó de la Universidad de Texas en Austin como ingeniero civil e inicio una carrera laboral al interior de la empresa portadora del ADN de Standard Oil y heredera del pragmatismo empresarial de John D. Rockefeller. Es relevante subrayar además que su libro favorito es “La rebelión de Atlas”, de la filósofa Aynd Rand, obra particularmente importante como un referente de la literatura que prefieren grupos conservadores orientados hacia la libre empresa y el capitalismo de libre mercado.
El palmario nacionalismo empresarial de Tillerson queda enmarcado por su identidad cultural centrada en Texas, nunca vivió fuera de Estados Unidos, y solo salía de su país para llevar a cabo viajes de negocios, al tiempo que su mundo y vida siempre orbitó alrededor de ExxonMobil, a la cual sirvió de forma incondicional. Ingresó a ésta en 1975, y se convirtió en Director de la misma en 2004, y finalmente en CEO en 2006.
La elección de Tillerson para dirigir los asuntos de política exterior, es particularmente novedoso, ya que no proviene del gobierno, nunca ha sido funcionario público y tampoco académico. La llegada de este empresario al gabinete de Donald Trump, enmarca un contexto novedoso, en virtud que Tillerson ha tejido una relación muy cercana con el grupo ruso en el poder, conocido como los “siloviki”, encabezado por Vladimir Putin.
Esta relación se ha construido a partir de la importancia que tiene el sector energético petrolero para Rusia, así como para ExxonMobil, empresa que de acuerdo con la lista de las 500 empresas globales de Fortune, se ostenta como la número 6 por capitalización de mercado. Asimismo es fundamental analizar los intereses que se manifiestan en la presente coyuntura, y que definen el acercamiento político y diplomático de Estados Unidos y Rusia, en la era de Donald Trump.
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca se manifiesta un entorno político centrado en los negocios y a propulsar a los grupos empresariales que buscan obtener importantes beneficios, por lo cual Trump desde su campaña y especialmente en los debates presidenciales, enfatizó en la importancia que tiene para su administración rehacer las relaciones con Rusia, especialmente debido a que esta nación, ha llevado a cabo una auténtica estrategia de guerra antiterrorista, librada en Siria a partir de septiembre de 2015.
No obstante, detrás de este acercamiento político, se encuentra un puente de comunicación y diplomacia empresarial que el propio Tillerson como Director Ejecutivo de ExxonMobil ya había tejido desde hace años con el propio presidente ruso. Tillerson como ingeniero de operaciones de extracción de petróleo se encargó de llevar la oficina de asuntos rusos de Exxon, la cual fue abierta en los años 90, a petición del ex CEO de ExxonMobil, Lee Raymond.
En aquel momento el trabajo de Tillerson tenía dos vertientes: por un lado supervisar y superar las dificultades técnicas que planteaba el proyecto Sakhalin-1 ubicado en el lejano Este ruso, el cual se veía afectado por grandes obstáculos geográficos, geológicos y climáticos; y por otra parte, establecer excelentes relaciones políticas que permitieran a ExxonMobil posicionar sus intereses en futuros proyectos al interior de Rusia.
En este marco, Tillerson construyó importantes conexiones políticas al interior de Rosneft, la principal empresa petrolera rusa y que se encuentra bajo la dirección de Igor Sechin, hombre de gran confianza de Vladimir Putin y que también proviene de la KGB.
El acercamiento ExxonMobil-Rosneft, de acuerdo con el periodista Steve Coll, encontró un elemento clave en los estilos de negociación de ambas empresas, ya que los rusos en sus negociaciones se sustentan en utilizar una mezcla de proyección de fuerza y de coerción sobre sus contrapartes, al tiempo que ExxonMobil, se sintió cómoda con este tipo de negociación, ya que el estilo corporativo de la petrolera estadounidense, reminiscente de los años de “Guerra fría” se sustenta en buscar grandes ganancias para su empresa, especialmente en materia de control de acciones sobre las empresas con las que lleva acuerdos o ‘joint ventures’. Desde el punto de vista de la cultura de negociación, se presentó un acercamiento estratégico entre estas dos empresas.
Simultáneamente, el ascenso de Tillerson como Director Ejecutivo de ExxonMobil se debió a su excelente trabajo al interior de Rusia, ya que logró construir los suficientes acuerdos políticos para establecer alianzas de larga duración con sus contrapartes rusas.
El principal logro de Tillerson como jefe de negociaciones petroleras de ExxonMobil, se centró en consolidar un acuerdo que le permitiera a la empresa estadounidense contabilizar como propias, reservas probadas de campos petroleros rusos, lo cual es de gran valor para la petrolera estadounidense, en virtud que puede consolidar sus requerimientos de reemplazo de reservas.
Esta “diplomacia petrolera” consiguió su máximo punto entre los años 2011-2013, periodo en el que ExxonMobil y Rosneft alcanzaron profundos acuerdos en materia de inversión para exploración en el Ártico ruso, concretamente en el mar de Kara, así como acuerdos para la investigación de la plataforma continental rusa, la cual es indispensable para Moscú, ya que de su extensión submarina dependen las reclamaciones del Kremlin ante la ONU, para exigir una extensión de la zona económica exclusiva rusa en el océano Ártico.
Los montos de inversión acordados en 2011, ascendían a los 3,200 millones de dólares, con un potencial para llegar hasta los 500,000 millones de dólares.
El acuerdo de 2011, se llevó a cabo en la ciudad rusa de Sochi y en la cual Vladimir Putin alabó la tecnología de ExxonMobil para llevar a cabo operaciones ‘off-shore’ en el Ártico ruso. Desde el lado estadounidense, Tillerson planteó que “nada fortalece mejor las relaciones entre países que los negocios”. Este acercamiento le valió a Rex Tillerson la medalla a la Orden de la Amistad Rusa.
Esta “amistad” se sustenta en un ‘joint venture’ para la explotación de petróleo tanto en el mar de Kara, como en el mar Negro, Rosneft tendría los derechos para adquirir el 30% de propiedad de 20 bloques petroleros en el Golfo de México, lo cuales suman un total de 450 kilómetros cuadrados y con tirantes de agua entre los 640 y los 2,070 metros de profundidad. Al mismo tiempo, Rosneft adquiere el 30% en el proyecto del rancho “la escalera” en la cuenca texana de shale de Permian en Texas y también obtiene el 30% de la cuenca canadiense Cardium, que posee recursos de hidrocarburos de esquisto (‘shale’).
Adicionalmente, como parte de los acuerdos en materia de investigación geológica y geofísica del Ártico, ExxonMobil y Rosneft en 2013, plantearon la creación de un centro de Investigación Ártico, coordinado por las dos empresas. Este momento de auge empresarial petrolero, se vio afectado por los acontecimientos en Kiev en febrero de 2014 y la subsecuente desestabilización del gobierno ucraniano, por lo cual, después de la reunificación de Crimea al territorio ruso, y la imposición de sanciones económicas a Rusia, los acuerdos ExxonMobil-Rosneft, se vieron detenidos.
Resulta claro que la elección de Rex Tillerson como secretario de Estado, impulsará en una escala sin precedentes las relaciones entre Rusia y Estados Unidos para retomar negociaciones y proyectos acordados con anterioridad, considerando especialmente que este matrimonio por conveniencia entre rusos y estadounidenses, centrado en el sector petrolero, puede sentar las bases para recomponer las relaciones bilaterales entre las principales potencias nucleares del planeta.
Finalmente, cabe destacar que intentos previos orientados a rehacer las relaciones bilaterales entre Rusia y Estados Unidos, ya han tomado lugar y han concluido de forma poco exitosa, el momento actual de una “petro-diplomacia” para proyectar a Rusia y Estados Unidos como las dos principales potencias del sistema internacional, debe considerar a China que es el otro actor de gran peso en el actual contexto internacional, por lo cual, un triángulo diplomático es el que sostiene la base del poder internacional; las futuras negociaciones y los acuerdos que se gesten entre Rusia y Estados Unidos, especialmente entre Rex Tillerson y Vladimir Putin, serán esenciales para establecer la dinámica de que tan efectiva puede ser una “detente petrolera”, especialmente cuando surjan discrepancias en otros temas sensibles.
Abner Munguía Gaspar
Abner Munguía Gaspar: Doctorante en Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México.