“No puede haber democracia sin laicismo”
Entrevista a Georges Corm, historiador y jurista libanés, en la que analiza la situación actual del mundo árabe
Georges Corm pertenece a esa generación de intelectuales árabes progresistas que aboga por el laicismo y defiende la soberanía de los estados frente a cualquier forma de imperialismo. El historiador y jurista libanés analiza la situación actual del mundo árabe.
-Tras las esperanzas suscitadas por la Primavera Árabe en 2011 y la llegada al poder en Egipto y Túnez de movimientos que se declaran islamistas, ¿es optimista respecto al futuro de los países árabes?
-El movimiento de 2011 fue extraordinario: de Omán a Mauritania la conciencia colectiva árabe despertó. Pero las esperanzas son a largo plazo. Los ciclos revolucionarios del mundo árabe son largos, sobre todo por las interferencias externas. Para romper dicho movimiento se crearon puntos de fijación en Libia y Siria. Ambas intervenciones han conducido a la catástrofe. Cuando armaron a los manifestantes pacíficos provocaron la guerra civil. La indignación respecto a tal o cual dictador es selectiva según los intereses geopolíticos occidentales y los de sus aliados locales. ¿Suprimir un sistema dictatorial y depredador? ¿Para sustituirlo por qué? Todo Oriente Medio está siendo depredado por sus clases dirigentes y los aliados de éstas en el mundo de las multinacionales. Son economías «rentistas» totalmente improductivas que generan desempleo y una gran concentración de la riqueza. Solo los pueblos pueden resolver sus problemas con sus regímenes políticos y económicos y construir los nuevos.
-¿Cuál es su punto de vista sobre la situación de Siria?
-Es una batalla muy peligrosa que sobrepasa ampliamente los desafíos sirios internos y puede desembocar en una tercera guerra mundial. Mientras hay unos 90.000 o 100.000 combatientes no sirios y los medios de la oposición en el extranjero permanecen presos de los intereses de Turquía, Francia, Arabia Saudí y Catar, no vamos a ningún sitio. Están destruyendo el país de manera sistemática. Mañana llegarán los nuevos depredadores a saquear Siria con el pretexto de la reconstrucción, como en Líbano, Irak o Bosnia.
-En su opinión, ¿cuáles son los intereses estratégicos que actúan en la región?
-Ahora se trata del reequilibrio del sistema internacional y del final del unilateralismo estadounidense. La región es un caos total. En la ribera sur del Mediterráneo Estados Unidos e Israel pusieron a la región de rodillas con la invasión de Irak en 2003 y después el ataque israelí a Líbano en 2006. Siria soportó un millón y medio de refugiados iraquíes sin pedir ayuda. Los tunecinos se han visto obligados a acoger a miles de refugiados de Libia. En Líbano hay entre 800.000 y un millón de refugiados sirios, es decir, el 25% de la población. En esta situación explosiva Europa, a remolque de Estados Unidos, no desempeña ningún papel de apaciguamiento, más bien al contrario.
-¿Cuál es el papel del Golfo en la región?
-El aumento de los precios del petróleo desde 1973 ha constituido un terremoto social en Oriente Medio de una amplitud sin precedentes en la época moderna. Las élites urbanas árabes que desencadenaron el renacimiento en el siglo XIX y adaptaron los principios de la ley islámica a las necesidades del mundo moderno, progresivamente cedieron el poder cultural, religioso y mediático a las familias reinantes del Golfo que disponen de medios económicos y financieros desproporcionados frente a los demás regímenes políticos árabes fragilizados por las derrotas militares frente a Israel, por los fracasos del desarrollo o por ambos a la vez. El «despertar islámico» vino a sustituir al «renacimiento árabe» con su cortejo de predicadores influenciados todos por el rigor teológico extremista del wahabismo. La religión musulmana se instrumentalizó para convertirla en un arma política temible, en alianza con Estados unidos en la lucha contra el comunismo. Se abandonó la cuestión palestina en beneficio de luchas que no son las nuestras en Afganistán, en Bosnia, en Chechenia o en el Cáucaso. Esos movimientos llevan en sí la legitimación de un autoritarismo temible que pretende controlar la vida de los creyentes hasta en sus mínimos detalles y combatir a los «incrédulos», musulmanes o no.
-Contra esas «ideologías autoritarias» usted predica la vuelta a la libertad de pensamiento…
-El gran error de muchos intelectuales árabes ha sido dejar la cuestión religiosa a los Hermanos Musulmanes y al wahabismo los cuales, con sus medios, se han apoderado de las mentes de las personas. Los logros de la civilización islámica, que instituyó una libertad de pensamiento notable para la época, se ocultan completamente. ¡Solo se habla de Sayyid Qotb, Maudidi e Ibn Taymiyya! Ahora vemos el resultado de 40 años de una política muy activa, que se remonta a la Guerra Fría, de una «reislamización» de las sociedades para luchar contra el comunismo. Actualmente usted no es un musulmán «representativo» si es un musulmán liberal. Sin embargo siempre existe en el mundo árabe un vivo debate sobre la forma de interpretar el texto coránico, pero que no interesa a los medios académicos y mediáticos.
-Usted aboga por el laicismo, ¿no es utópico predicar un modelo impopular en la calle árabe?
-Con lo que ocurre en Egipto, en Túnez y en Siria, la opinión pública árabe, incluida la parte creyente, empieza a comprender cuál es la utilidad del laicismo. En el Mashreq , donde reina una fuerte diversidad religiosa en el propio interior del islam, es la única solución. Por otra parte no puede haber democracia sin laicismo. Si todo está polarizado sobre la cuestión del referente religioso en las constituciones o la identidad social y cultural, es porque no tenemos un pensamiento económico alternativo que habría relegado al segundo plano esta cuestión. Hay que rechazar el análisis en términos de identidad: el problema es la desestructuración de nuestras sociedades y el rechazo del pluralismo en una región del mundo que es plural desde la más lejana antigüedad.
-¿Qué papel desempeñaría el Magreb, y Marruecos en particular, en este contexto?
-Argelia ha sufrido enormemente la oleada islámica. Libia está actualmente presa de la anarquía que beneficia a los elementos que se declaran islamistas militantes, y Túnez vive cada vez más peligrosamente. Marruecos con su monarquía de legitimidad religiosa, al declarase partidario de un islamismo equilibrado, que es el auténtico islam, podría desempeñar un papel catalizador de un liberalismo árabe e islámico moderno, como el que existió hasta los años 50.Es también lo que intenta hacer Al Azhar en Egipto. Es el momento de trabajar para restablecer en el mundo árabe la salud mental que perdemos un poco cada día y volver a una concepción del mundo abierta, tolerante y pluralista. Lo que por otra parte construyó la grandeza de la civilización árabe-islámica y más recientemente el magnífico renacimiento árabe.
Georges Corm, nacido en 1940 en Alejandría asistió en su juventud a la llegada del poder de Nasser y a la nacionalización del canal de Suez. Tras un doctorado en Derecho Público sobre las sociedades multiconfesionales, fue profesor de Ciencias Políticas en la universidad Saint-Joseph de Beirut, empleado en el sector público y después en el sector bancario, asesor de diversas organizaciones internacionales y ministro de Finanzas de Líbano de 1998 a 2000. En sus numerosas obras, tanto en árabe como en francés como Le proche-Orient éclaté (1956-2012) y Pour une lectura profane des conflicts (La Découverte 2012), aboga por un mundo árabe más unido y más independiente y critica duramente el apoyo de Estados Unidos y Europa a los Estados teocráticos como Arabia Saudí e Israel.
Kenza Sefrioui es periodista cultural y crítica literaria. Estudió Literatura Comparada en la Universidad de París IV Sorbona y acaba de publicar su tesis:Souffles (1966.1973), espoirs de révolution culturelle au Maroc (Sirocco, 2013). Es colaboradora de las publicaciones Babelmed y Economia. Además ha publicado Casablanca œuvre ouvert, con un segundo volumen: Casablanca poème urbain (Le Fennec, 2013), pertenece a la asociación «Racines» para el desarrollo cultural de Marruecos y África y organiza debates sobre temas culturales.
Traducido para Rebelión por Caty R.