Niños latinos en Estados Unidos: los más numerosos, los más pobres
María de los Ángeles vive en un barrio del Condado de Fresno (California), uno de los lugares del país donde habitan más niños latinos pobres. Tiene 8 años y está muy orgullosa porque ha comenzado su año escolar. Sus padres son de Guatemala y emigraron a los Estados Unidos hace más de 15 años. Su papá, de origen maya, Mario, nació en un pueblo de Quetzaltenango, una zona particularmente azotada por la violencia y el terrorismo de Estado. Él se dedica al arreglo de techos y su mamá, al servicio doméstico por hora. María de los Ángeles tiene un hermanito pequeño, Joaquín, de menos de un año a quien le toca cuidar algunas veces. Cuando le preguntan si quiere a su hermanito, ella responde con claridad: “A veces, lo quiero. Otras, no”.
Estos niños guatemalteco-americanos ya son parte de las cifras demográficas más impactantes de la última década en Estados Unidos: como niños latinos son la población que más aumenta en este país y, al mismo tiempo, engrosan su porción más pobre. Según el último Censo del 2010, los latinos son 50 millones y medio de personas, constituyendo hoy la minoría más importante de EEUU. Mexicanos, puertorriqueños, cubanos, salvadoreños, guatemaltecos, dominicanos y más componen uno de los “países latinos” de mayor población en el mundo. Su población infantil (menores de 17 años) es la que más crece en comparación a otros grupos de edad y pertenencia étnica: hoy son 17 millones y han aumentado un 39% en sólo la última década, según el Pew Hispanic Center (www.pewhispanic.org).
¿Cómo trata este país a sus niños? ¿Cómo trata a los niños de la “minoría-mayoría” más importante de este país?
El Fondo para la Defensa de la Infancia (Children´s Defense Fund, CDF, www.childrensdefense.org) en su último informe “El estado de los niños de América: 2011” examina la situación del sector más vulnerable de la sociedad estadounidense y alerta que los niños son el grupo poblacional más pobre del país. Alrededor de 17 millones de niños están lidiando con “inseguridad alimentaria”, según el último reporte de “Feeding America” (una organización en red que reúne 200 Bancos Alimentarios y la organización caritativa de distribución de alimentos más importante del país; www.feedingamerica.org).
Uno de cada 4 niños en el país viven sin acceso seguro a suficiente comida nutritiva: “Los niños afroamericanos están enfrentando la peor crisis desde los tiempos de esclavitud y, en diversas áreas, los niños hispanos y de aborígenes nativoamericanos se encuentran en situación similar”, se sostiene en el mencionado reporte. Los niños latinos no saben si comen hoy ni si comerán mañana: más de un tercio vive en condiciones de pobreza y de inseguridad alimentaria (“The State of America´s Children, 2011”). Debido a las condiciones de malnutrición, la infancia latina está expuesta a mayores riesgos de salud; una de sus epidemias es el sobrepeso y la obesidad debido al consumo de barata no nutritiva comida-chatarra (32% de los niños hispanos están más obesos que los niños blancos ).
A su vez, la sobrevivencia de los programas de ayuda alimentaria, es amenazada por los cortes de presupuesto o por cambios de programas que enmarañan el funcionamiento de la red de seguridad social para la infancia pobre. Como ilustración de la situación, desde que comenzó esta recesión económica, a partir del 2007, se han incorporado más de 800.000 personas al programa de ayuda WIC (Supplemental Nutrition Program for Women, Infants, and Children). El 76% de los destinatarios de este programa son niños y adolescentes.
Es sabido que la pobreza y la malnutrición impactan profundamente en la educación. Los niños malnutridos tienen dificultad para aprender. La mayoría de los niños afroamericanos o latinos (79%) que concurren a escuelas públicas no están en condiciones de leer o rendir en matemáticas al nivel del grado que están concurriendo.
Estados Unidos (junto a Somalía) son los únicos dos miembros de las Naciones Unidas que no han ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. Los derechos básicos de niños como María de los Ángeles y Joaquín no son respetados. Se encuentran entre los grupos de mayor riesgo y vulnerabilidad, comenzando por el riesgo nutricional. Cuando estén en edad de comenzar su educación universitaria o de incorporarse a la fuerza laboral, tienen pocas chances de estar en condiciones físicas y educativas para ello. Cuando su papá emigró de Guatemala con la esperanza de un futuro mejor, sin violencia para sus hijos, no se imaginó que la violencia es como una espiral de múltiples formas: en este caso, la violencia de un Estado y una sociedad que maltratan a su propia prole no garantizándole la satisfacción de sus necesidades básicas.
Esta generación de latinos no sólo tiene cercenado el derecho a una vida saludable y digna, sino que tampoco podrá asegurar el bienestar de los ancianos a través de su incorporación productiva al ciclo de la seguridad social. Como cuando el perro muerde su propia cola, Estados Unidos muerde el bienestar de sus propios niños. En unos pocos diez años más, las consecuencias de este sistema que persiste en aumentar el ingreso del 10% más rico, disminuir el ingreso del 90% restante de la población y no respetar derechos básicos de la niñez, se encontrará con un círculo que se cierra: cuando la actual población blanca esté en edad de jubilarse, la población mayoritaria para ese entonces, más joven y “de color”, no estará en condiciones de seguir haciendo girar la rueda del sistema social porque fueron los niños que otrora no fueron respetados, nutridos ni educados.
Cristina BACCIN : Escribe desde ESTADOS UNIDOS – Periodista – Fue Decana de la Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN (Prov. Buenos Aires, Argentina), Profesora e Investigadora en Comunicación Social en Argentina (Univ. Nac. de La Plata, Universidad Nacional del Centro de Bs. As., entre otras) y España (Univ. Pont. de Salamanca).