Los planes de EE.UU. para la dominación militar global

El Pentágono ha hecho público el resumen de un documento secreto, que esboza la agenda de EE.UU. para la dominación militar del mundo.

Esta reorientación de la estrategia militar de EE.UU. parece haber pasado virtualmente desapercibida. Con la excepción del The Wall Street Journal (véalo en el anexo), no se ha mencionado ni una sola palabra en los medios de EE.UU.

No ha habido cobertura periodística sobre este misterioso plan militar. Este último bosqueja, según el Wall Street Journal, el propósito militar global de EE.UU. que consiste en “reforzar la influencia de EE.UU. en todo el mundo”, mediante el aumento del despliegue de tropas y un masivo aumento de los sistemas de armas avanzadas de EE.UU. Aunque el documento sigue la línea de la doctrina de la guerra “preventiva” de la administración, tal como la detalla el Proyecto del Nuevo Siglo Estadounidense de los neoconservadores (PNAC), va mucho más lejos en la definición de los contornos de la agenda militar global de Washington.

Piden un enfoque más “proactivo” de la guerra, más allá de la noción más débil de acciones “preventivas” y defensivas, en el que las operaciones militares sean lanzadas contra un “enemigo declarado” a fin de “preservar la paz” y “defender a EE.UU.”

El documento reconoce explícitamente el mandato militar global de EE.UU., más allá de los teatros de guerra regionales. Este mandato incluye también operaciones militares dirigidas contra países, que no son hostiles a EE.UU., pero que son considerados estratégicos desde el punto de vista de los intereses de EE.UU. Desde una amplia perspectiva militar y de política extranjera, el documento del Pentágono de marzo de 2005 representa un plan imperial que apoya los intereses corporativos de EE.UU. en todo el mundo.

Fundamentalmente, el documento es motivado por la creencia en que EE.UU. está involucrado en una continua lucha global que se extiende mucho más allá de campos de batalla específicos, como Irak y Afganistán. La visión que se propone es de fuerzas armadas que sean más proactivas, concentradas en cambiar el mundo en lugar de simplemente reaccionar ante conflictos como un ataque norcoreano contra Corea del Sir, y que asuman mayor prominencia en países en los que EE.UU. no se encuentra en guerra. (WSJ, 11 de marzo de 2005).

El documento sugiere que su objetivo también consiste en operaciones “ofensivas” en lugar de aquellas ordinarias, “preventivas”. Existe, a este respecto, un sutil matiz en relación con anteriores declaraciones de seguridad nacional posteriores al 11-S_ “[El documento presenta] “cuatro fundamentales” problemas, ninguno de ellos relacionado con confrontaciones militares tradicionales. Se dice a los militares que desarrollen fuerzas que puedan: establecer asociaciones con estados debilitados para derrotar amenazas terroristas internas; defender la patria, incluyendo ataques ofensivos contra grupos terroristas que planifiquen ataques; influenciar las decisiones de países en encrucijadas estratégicas, como China y Rusia; e impedir la adquisición de armas de destrucción masiva por estados hostiles y grupos terroristas.” (Ibíd.)

Ya no se pone énfasis sólo en la conducción de guerras en escenarios importantes como fuera esbozado en “Reconstrucción de las defensas, la estrategia, las fuerzas y los recursos de EE.UU. para un Nuevo Siglo” de PNAC, el proyecto militar de marzo de 2005 apunta a cambios en los sistemas de armas así como a la necesidad de un despliegue global de fuerzas de EE.UU. en actos de mantenimiento del orden y de intervención mundiales. El PNAC ha descrito en su Informe de septiembre de 2000 esas operaciones militares fuera de los escenarios bélicos como “funciones de policía”:

“El Pentágono debe mantener fuerzas para preservar la actual paz de modos que no llegan a la conducción de campañas en escenarios bélicos importantes… Esos deberes son las misiones más frecuentes de la actualidad, que requieren fuerzas configuradas para el combate pero capaces de operaciones policiales independientes, a largo plazo.” (PNAC, http://www.newamericancentury.org/RebuildingAmericasDefenses.pdf , p. 18) Reclutamiento de soldados para mantener el orden en el Imperio

El énfasis subyacente se pone en el desarrollo y reclutamiento de personal militar especializado requerido para controlar y pacificar fuerzas y facciones autóctonas en diferentes regiones del mundo:

“la orientación confidencial exhorta a los militares a presentar soluciones menos doctrinarias que incluyan el envío de equipos más pequeños de soldados culturalmente espabilados para entrenar y guiar a fuerzas autóctonas.” (Ibid)

El documento confidencial señala la necesidad de reclutamiento y entrenamiento masivos de tropas. Esas tropas, incluyendo nuevos contingentes de fuerzas especiales, boinas verdes y otro personal militar especializado, participarían, en todo el mundo, en actos de mantenimiento militar del orden:

“El enfoque de Mr. Rumsfeld provocará probablemente importantes cambios en los sistemas de armas que compra el Pentágono, e incluso cambios más fundamentales en el entrenamiento y despliegue de soldados de EE.UU. en todo el mundo, dijeron funcionarios de la defensa que han jugado un papel en la elaboración del documento o participan en el estudio. Estados Unidos trataría de desplegar esas tropas con mucha más anticipación ante la amenaza de un conflicto que lo que ha hecho tradicionalmente para ayudar a las fuerzas armadas de un gobierno tambaleante a confrontar a la guerrilla antes de que una insurgencia pueda echar raíces y obtener apoyo popular. Los funcionarios dijeron que el plan prevé que muchos equipos semejantes operen en todo el mundo.”

La participación militar de EE.UU. no se limita a Medio Oriente.

El envío de fuerzas especiales en operaciones militares de mantenimiento del orden, bajo el disfraz de mantenimiento de la paz y entrenamiento, es considerado en todas las principales regiones del mundo. Una gran parte de estas actividades, sin embargo, será realizada con gran probabilidad por compañías privadas de mercenarios contratadas por el Pentágono, la OTAN o Naciones Unidas. Los requerimientos de personal militar así como el equipo son especializados. El mantenimiento del orden no será realizado por unidades regulares el ejército como en un escenario bélico:

“El nuevo plan prevé una participación más activa de EE.UU., parecida a recientes misiones de ayuda militar en sitios como Níger y Chad, donde EE.UU. despacha equipos de tropas terrestres para entrenar a los militares locales en tácticas básicas de contrainsurgencia. Futuras misiones de entrenamiento, sin embargo, serían probablemente realizadas en una escala mucho más amplia”, dijo un funcionario de defensa.

De las fuerzas armadas, el Cuerpo de Marines se mueve ahora mismo más rápido para colmar esta brecha y planifica la transferencia de algunos recursos de las misiones de ataque anfibio tradicionales a nuevas unidades diseñadas específicamente para trabajar con fuerzas extranjeras. Para apoyar a esas tropas, los funcionarios militares están considerando todo, desde la compra de equipos baratos de vigilancia aérea a aeronaves artilladas que puedan ser utilizadas en complicados vuelos urbanos para ayudar a las tropas terrestres. Una “capacidad soñada” sería un avión AC-130 teledirigido que pueda volar sobre un área a una altura relativamente baja hasta que sea necesitado, para luego bajar en picada a fin de lanzar una fulminante línea de fuego, dijo un funcionario de la defensa. (Ibíd.)

Nuevos enemigos después de la guerra fría Mientras la “guerra contra el terrorismo” y la contención de “estados delincuentes” seguirán constituyendo la justificación y la motivación oficiales, identifican explícitamente a China y Rusia en el documento confidencial de marzo como enemigos potenciales.

“… los militares de EE.UU… quieren disuadir a potencias en crecimiento, como China, de desafiar la dominación militar de EE.UU. Aunque los sistemas de armas hechos para combatir a las guerrillas tienden a ser relativamente baratos y de baja tecnología, el estudio deja claro que para disuadir a esos países de que traten de competir, los militares de EE.UU. deben retener su dominación en áreas clave de alta tecnología, tales como la tecnología stealth, las armas de precisión y sistemas tripulados y teledirigidos de vigilancia.” (Ibíd.)

Aunque no se menciona a la Unión Europea, el objetivo declarado es quitar de en medio el desarrollo de todos los rivales militares en potencia.

“Tratando seguir las huellas del Lobo Feroz”

¿Cómo va a tratar Washington de lograr su objetivo de hegemonía militar global?

Esencialmente a través del continuo desarrollo de la industria de armamentos de EE.UU., lo que requiere un cambio del énfasis de la producción de bienes y servicios civiles. En otras palabras, el continuo aumento de los gastos de defensa alimenta una nueva carrera armamentista no declarada, con vastas cantidades de dineros públicos canalizados hacia los principales productores de armas de EE.UU.

El objetivo declarado es hacer que el proceso de desarrollo de sistemas de armas avanzadas sea “tan caro”, que ningún otro poder en el globo pueda competir o desafiar al “Lobo feroz”, sin poner en peligro su economía civil: “En el centro de esta estrategia está la creencia en que EE.UU. debe mantener un avance tan grande en tecnologías cruciales que los poderes en crecimiento concluirán que les es demasiado caro incluso pensar en tratar de competir con el lobo feroz. Comprenderán que no vale la pena sacrificar su crecimiento económico, dijo un consultor de defensa que fue contratado para redactar secciones del documento.” (Ibid, énfasis agregado) Carrera armamentista no declarada entre Europa y EE.UU. Esta nueva carrera armamentista no declarada es con los así llamados “poderes en crecimiento”.

Mientras mencionan a China y Rusia como una amenaza potencial, los rivales (extraoficiales) de EE.UU. también incluyen a Francia, Alemania y Japón. Los socios reconocidos de EE.UU. – en el contexto del eje anglo-estadounidense – son Gran Bretaña, Australia y Canadá, además de Israel (extraoficialmente).

En este contexto, existen actualmente dos ejes militares occidentales dominantes: el anglo-estadounidense y la competidora alianza franco-alemana. El proyecto militar europeo, dominado en gran parte por Francia y Alemania, debilitará inevitablemente a la OTAN. Gran Bretaña (a través de British Aerospace Systems Corporation) está firmemente integrada al sistema de compras de defensa de EE.UU. en sociedad con los cinco grandes productores de armas de EE.UU.

Sobra decir que esta nueva carrera armamentista está firmemente encastrada en el proyecto europeo, que considera, bajo auspicios de la UE, una masiva reorientación de recursos financieros del Estado hacia los gastos militares. Además, que el sistema monetario de la UE haya establecido una divisa global que desafía la hegemonía del dólar de EE.UU. está íntimamente relacionado con el desarrollo de una fuerza de defensa integrada de la UE afuera de la OTAN.

Bajo la constitución europea, habrá una política exterior europea unificada, una posición que incorporará un componente de defensa común. Se entiende, aunque nunca se discute seriamente en público, que la Fuerza de Defensa Europea que se planea va dirigida a cuestionar la supremacía de EE.UU. en asuntos militares: “bajo un tal régimen, las relaciones transatlánticas sufrirán un golpe fatal.” (Según Martin Callanan, miembro conservador británico del Parlamento Europeo, Washington Times, 5 de marzo de 2005).

Irónicamente, este proyecto militar europeo, aunque alienta una carrera armamentista EE.UU.-UE, no es incompatible con la continuación de la cooperación EE.UU.-UE en asuntos militares. El objetivo subyacente para Europa es proteger los intereses corporativos de la UE y que contratistas europeos puedan sacar provecho y efectivamente “compartir los despojos” de las guerras dirigidas por EE.UU. y en otros sitios. En otras palabras, al cuestionar al Lobo Feroz desde una posición de fuerza, la UE trata de retener su papel como “socio” de EE.UU. en sus diversas operaciones militares.

Existe una suposición, particularmente en Francia, de que la única manera de crear buenas relaciones con Washington, es emular el Proyecto Militar Estadounidense, – es decir, adoptar una estrategia similar de fortalecimiento de los sistemas avanzados de armas de Europa.

En otras palabras, estamos hablando de una frágil relación de amor-odio entre la Vieja Europa y EE.UU., en sistemas de defensa, la industria petrolera, así como en las esferas superiores de la banca, las finanzas y los mercados de divisas.

El tema importante es cómo esta frágil relación geopolítica se desarrollará en términos de coaliciones y alianzas en los años por venir. Francia y Alemania tienen acuerdos de cooperación militar tanto con Rusia como con China. Las compañías europeas de defensa suministran a China armamentos avanzados.

En última instancia, Europa es considerada una usurpación por EE.UU. y no se puede excluir un conflicto militar entre superpotencias occidentales en competencia. (Para más detalles, vea “The Anglo-American Axis” de Michel Chossudovsky, ttp://globalresearch.ca/articles/CHO303B.html )

Del escepticismo ante las supuestas armas de destrucción masiva (ADM) de Irak a una condena total, en los meses anteriores a la invasión de marzo de 2003, la Vieja Europa (después de la invasión) ha aceptado ampliamente la legitimidad de la ocupación militar de Irak por EE.UU., a pesar de los asesinatos de civiles, para no mencionar las pautas de la administración Bush respecto a la tortura y los asesinatos políticos.

En lo que es una cruel ironía, la nueva carrera armamentista EE.UU.-UE se ha convertido en el camino elegido por la Unión Europea, para estimular las “relaciones amistosas” con la superpotencia estadounidense. En lugar de oponerse a EE.UU., Europa ha adoptado la “guerra contra el terrorismo”. Colabora activamente con EE.UU. en el arresto de presuntos terroristas. Varios países de la UE han promulgado leyes antiterroristas tipo Gran Hermano, que constituyen una versión “copia y pega” de la legislación de Seguridad Interior de EE.UU.

La opinión pública europea está ahora galvanizada en el apoyo a la “guerra contra el terrorismo”, que beneficia ampliamente al complejo militar industrial europeo y a las compañías petroleras. A su vez, la “guerra contra el terrorismo” también suministra una tambaleante legitimidad a la agenda de seguridad de la UE bajo la Constitución Europea. Esta última es juzgada cada vez con más incredulidad, como un pretexto para implementar medidas de estado policial, mientras desmantela también la legislación laboral y el estado de bienestar europeos.

Por su parte, también los medios de Europa se han convertido en un participante en la campaña de desinformación. Los “enemigos exteriores” presentados hasta la saciedad en las cadenas de televisión, en ambos lados del Atlántico, son Osama bin Laden y Abu Musab Al-Zarqawi. En otras palabras, la campaña de propaganda sirve para camuflar de modo útil la continua militarización de las instituciones civiles, que ocurre simultáneamente en Europa y EE.UU.

Cañones y mantequilla: la desaparición de la economía civil La propuesta constitución de la UE requiere una masiva expansión de los gastos militares en todos los países miembro en obvio detrimento de la economía civil.

El límite de un 3% en los déficit presupuestarios anuales de la Unión Europea implica que la expansión de los gastos militares será acompañada por un recorte masivo en todas las categorías de gastos civiles, incluyendo los servicios sociales, la infraestructura pública, y el apoyo gubernamental a la agricultura y la industria. A este respecto, “la guerra contra el terrorismo” sirve de pretexto – en el contexto de las reformas neoliberales.

Posibilita la aceptación pública de la imposición de medidas de austeridad que afectan a los programas civiles, sobre la base de que se necesita dinero para reforzar la seguridad nacional y la defensa en el interior.

El crecimiento de los gastos militares en Europa está relacionado directamente con el fortalecimiento militar de EE.UU. Mientras más gasta EE.UU. en defensa, más querrá gastar Europa para desarrollar su propia Fuerza de Defensa Europea. Por “no ser menos que los otros”, en todo lo que es bueno y digno, es decir en una causa como el combate contra los “terroristas islámicos” y en defensa de la patria.

La ampliación de la UE está directamente vinculada al desarrollo y al financiamiento de la industria armamentista europea. Las potencias dominantes europeas necesitan desesperadamente las contribuciones de los diez nuevos miembros de la UE para financiar el refuerzo militar de la UE. En este sentido, la Constitución Europea requiere “la adopción de una estrategia de seguridad para Europa, acompañada por compromisos financieros respecto a los gastos militares”. (Informe Europeo, 3 de julio de 2003). En otras palabras, bajo la Constitución Europea, la ampliación de la UE tiende a debilitar la alianza militar atlántica (OTAN).

El contragolpe para el empleo y los programas sociales es el subproducto inevitable de los proyectos militares estadounidense y europeo, que canalizan vastas cantidades de recursos financieros del Estado hacia la economía de guerra, a costa de los sectores civiles.

Los resultados son cierres de fábricas y bancarrotas en la economía civil y una ola creciente de pobreza y desempleo en todo el mundo occidental. Además, contrariamente a los años treinta, el desarrollo dinámico de la industria armamentista crea muy pocos nuevos puestos de trabajo. Al mismo tiempo, mientras florece la economía de guerra occidental, el transplante de la producción de bienes manufacturados civiles a países del Tercer Mundo ha aumentado en los últimos años a un ritmo dramático. China, que constituye de lejos el mayor productor de bienes manufacturados civiles, aumentó sus exportaciones de textiles a EE.UU. en un 80,2 por ciento en 2004, llevando a una ola de cierres de fábricas y de pérdidas de puestos de trabajo. (WSJ, 11 de marzo de 2005)

La economía global se caracteriza por una relación bipolar. Los países occidentales ricos producen armas de destrucción masiva, mientras que los países pobres producen bienes de consumo manufacturados. En una lógica deformada, los países ricos utilizan sus sistemas avanzados de armas para amenazar con iniciar o lanzar guerras contra los países pobres en desarrollo, que suministran a los mercados occidentales grandes cantidades de bienes de consumo producidos en plantas de montaje con mano de obra barata.

EE.UU., en particular, se ha basado en este suministro barato de bienes de consumo para cerrar una gran parte de su sector de manufactura, mientras redirige al mismo tiempo recursos de la economía civil a la producción de armas de destrucción masiva. Y estas últimas, en una ironía amarga, están programadas para su uso contra el país que suministra a EE.UU. una gran parte de sus bienes de consumo, es decir China.

Anexo

Rumsfeld detalla un gran cambio militar en un nuevo documento de Greg Jaffe, The Wall Street Journal, 11 de marzo de 2005 El secretario de defensa Donald Rumsfeld esboza, en un nuevo documento confidencial de planificación, una visión para rehacer a los militares para que se involucren más en la prevención de amenazas antes del estallido de hostilidades y para que sirvan un propósito más amplio de reforzar la influencia de EE.UU. en el mundo. El documento describe la agenda de Mr. Rumsfeld para un estudio recientemente iniciado de los gastos y la estrategia de defensa.

Como este proceso se realiza sólo una vez cada cuatro años, este estudio representa la mejor oportunidad para que la administración Bush pueda remodelar las fuerzas armadas para convertirlas en una fuerza capaz de cumplir con sus ambiciosos objetivos de seguridad y política extranjera expuestos por el presidente Bush desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Está siendo realizado por altos miembros del equipo de Mr. Rumsfeld junto con altos oficiales de cada una de las fuerzas armadas.

Los objetivos de Mr. Rumsfeld, descritos en el documento, marcan un cambio importante respecto a estudios anteriores. Profundamente informado tanto por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, y por la sangrienta lucha de los militares en Irak, el documento destaca nuevos problemas, como combatir a terroristas e insurgentes, por sobre otros desafíos militares convencionales.

Es muy probable que el enfoque de Mr. Rumsfeld provoque cambios importantes en los sistemas de armas adquiridos por el Pentágono, y cambios aún más fundamentales en el entrenamiento y el despliegue de tropas de EE.UU. en todo el mundo, dijeron funcionarios de la defensa que han jugado un papel en la preparación del documento o que participan en el estudio.

En el documento, Mr. Rumsfeld dice a los militares que enfoquen cuatro “problemas centrales”, ninguno de los cuales incluye confrontaciones militares tradicionales. Se dice a las fuerzas armadas que desarrollen fuerzas que puedan: crear asociaciones con estados debilitados para derrotar amenazas terroristas internas; defender la patria, incluyendo golpes ofensivos contra grupos terroristas que planifiquen ataques; influenciar las decisiones de países en encrucijadas estratégicas, como China y Rusia; e impedir la adquisición de armas de destrucción masiva por estados y grupos terroristas hostiles.

Lo que preguntamos es: “¿Cómo impedir que problemas se conviertan en crisis y que crisis se conviertan en conflictos generalizados?” dijo un alto funcionario de la defensa que participa en la redacción de las pautas. Fundamentalmente, el documento es motivado por la creencia en que EE.UU. está involucrado en una continua lucha global que se extiende mucho más allá de campos de batalla específicos, como Irak y Afganistán.

La visión que se propone es de fuerzas armadas más proactivas, concentradas en cambiar el mundo en lugar de simplemente reaccionar ante conflictos como un ataque norcoreano contra Corea del Sir, y que asuman mayor prominencia en países con los que EE.UU. no se encuentra en guerra.

El documento llega temprano en el proceso de revisión, que es realizado a instancias del Congreso. Cada una de las ramas de las fuerzas armadas ha reunido ya un amplio equipo para preparar planes para atacar las áreas clave de problemas identificadas por Mr. Rumsfeld.

Cuando sea completado, el estudio será enviado al Congreso, probablemente a comienzos del próximo año. El Congreso no puede decidir sobre el estudio del Secretario, que será utilizado por la administración para guiar sus decisiones sobre estrategia y gastos durante varios ciclos presupuestarios futuros. No es probable que el estudio requiera importantes cambios en los gastos de defensa en general, cuyo crecimiento se proyecta por lo menos hasta 2009.

Pero probablemente causará algunas desagradables batallas políticas, y puede crear problemas para los contratistas de la defensa. Los problemas cardinales bosquejados por el estudio de Mr. Rumsfeld, por ejemplo, no parecen favorecer el jet F/A-22, hecho por Lockheed Martin Corp., que es la máxima prioridad de la Fuerza Aérea.

“Pienso que probablemente se verá que la Fuerza Aérea presionará considerablemente para preservar el F-22” dijo Loren Thompson, oficial de operaciones jefe en el Lexington Institute y consultor de varias fuerzas militares. “Desafortunadamente, no se encontrará mucha justificación para más F/A-22 en el tipo de problemas que se pide que sea considerado por las fuerzas armadas”.

El estudio impulsa ya a los militares a cuestionar la necesidad de onerosos sistemas de armas, como cazas de poco alcance y destructores navales y tanques que son utilizados sobre todo en conflictos convencionales. “Una pregunta importante es cuánto basta para ganar los combates convencionales del futuro, y cuándo podemos traspasar algunos recursos a algunos de esos problemas menos tradicionales”, dijo una persona involucrada en la redacción de las pautas.

El Wall Street Journal estudió un resumen del documento y habló con varios funcionarios que contribuyeron a su elaboración.

Mr. Rumsfeld ha convertido en una prioridad la transformación de los militares desde que la administración Bush tomó el poder. Pero en los últimos años esa iniciativa estuvo subordinada a las guerras de Afganistán e Irak. Dentro del Pentágono, el estudio es ampliamente considerado como el último gran impulso de Mr. Rumsfeld por imponer sus puntos de vista. Muchas personas informadas especulan que se irá a principios del próximo año cuando el estudio haya sido completado; ha desmentido repetidamente toda especulación semejante y se niega a hablar de sus planes.

La orientación de Mr. Rumsfeld impulsa a los militares a repensar la manera como libran las guerras de guerrilla y contra las insurgencias. En lugar de tratar de aniquilar una insurgencia con grandes formaciones terrestres convencionales, la orientación confidencial llama a los militares a presentar soluciones menos doctrinarias que incluyan el envío de equipos más pequeños de soldados con habilidad cultural para entrenar y dirigir a las fuerzas autóctonas.

EE.UU. trataría de desplegar esas tropas, con considerable anterioridad que lo que ha hecho tradicionalmente frente a un conflicto amenazante, para ayudar a las fuerzas armadas de un gobierno tambaleante a confrontar a las guerrillas antes de que una insurgencia pueda echar raíces y ganar apoyo popular. Los funcionarios dijeron que el plan prevé muchos equipos semejantes en operación en todo el mundo. Esto representa un desafío para militares cuyos recursos ya son puestos a prueba por guerras en Irak y Afganistán. Actualmente no hay suficientes soldados y marines especialmente entrenados para realizar el trabajo estratégico.

En la última década, los militares de EE.UU. han rehuido la ayuda a aliados en la lucha contra amenazas internas por preocupación de que fuerzas de EE.UU. se puedan ver involucradas en interminables conflictos interiores. En su lugar, los militares se han concentrado en la ayuda a los aliados para que conjuren agresiones a través de sus fronteras vendiéndoles sistemas avanzados de armas.

El nuevo plan prevé una participación más activa de EE.UU., parecida a recientes misiones de ayuda militar en sitios como Níger y Chad, donde EE.UU. despacha equipos de tropas terrestres para entrenar a los militares locales en tácticas básicas de contrainsurgencia. Futuras misiones de entrenamiento, sin embargo, serían probablemente realizadas en una escala mucho más amplia, dijo un funcionario de defensa.

De las fuerzas armadas, el Cuerpo de Marines se mueve ahora mismo más rápido para colmar esta brecha y planifica la transferencia de algunos recursos de las misiones de ataque anfibio tradicionales a nuevas unidades diseñadas específicamente para trabajar con fuerzas extranjeras. Para apoyar a esas tropas, los funcionarios militares están considerando todo, desde la compra de equipos baratos de vigilancia aérea a aeronaves artilladas que puedan ser utilizadas en complicados vuelos urbanos para ayudar a las tropas terrestres.

Una “capacidad soñada” sería un avión AC-130 teledirigido que pueda volar sobre un área a una altura relativamente baja hasta que sea necesitado, para luego bajar en picada a fin de lanzar una fulminante línea de fuego, dijo un funcionario de la defensa.

El cambio recuerda la situación de comienzos del siglo pasado, cuando los marines libraron una serie de pequeñas guerras en Centroamérica y a menudo se habló de ellos como “soldados del Departamento de Estado”.

Al mismo tiempo que los militares de EE.UU. se re-equipan para confrontar amenazas insurgentes de baja tecnología, también tratan de disuadir a potencias en crecimiento, como China, de desafiar la dominación militar de EE.UU. Aunque los sistemas de armas hechos para combatir a guerrillas tienden a ser bastante baratos y de baja tecnología, el estudio deja claro que para disuadir a aquellos países de que traten de competir, los militares de EE.UU. deben conservar su dominación en áreas clave de alta tecnología, tales como la tecnología stealth, armas de precisión y sistemas de vigilancia tripulados y teledirigidos.

Globalresearch, Traducido para Rebelión por Germán Leyens


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About the author:

Michel Chossudovsky is an award-winning author, Professor of Economics (emeritus) at the University of Ottawa, Founder and Director of the Centre for Research on Globalization (CRG), Montreal, Editor of Global Research. He has undertaken field research in Latin America, Asia, the Middle East, sub-Saharan Africa and the Pacific and has written extensively on the economies of developing countries with a focus on poverty and social inequality. He has also undertaken research in Health Economics (UN Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC), UNFPA, CIDA, WHO, Government of Venezuela, John Hopkins International Journal of Health Services (1979, 1983) He is the author of 13 books including The Globalization of Poverty and The New World Order (2003), America’s “War on Terrorism” (2005), The Globalization of War, America’s Long War against Humanity (2015). He is a contributor to the Encyclopaedia Britannica. His writings have been published in more than twenty languages. In 2014, he was awarded the Gold Medal for Merit of the Republic of Serbia for his writings on NATO’s war of aggression against Yugoslavia. He can be reached at [email protected]

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