La tragedia de Gaza a la luz de la Primavera Árabe
Tras su elección «postprimaveral» Mohamed Morsi, el presidente islamista «de recurso» debido a la inelegibilidad de Khairat al Charter (eminencia gris de los Hermanos Musulmanes), sabe perfectamente que para él la regulación de la cuestión gazatí tiene una importancia capital en varios aspectos.
– En primer lugar le permitiría ganar credibilidad en la cuestión palestina, una credibilidad maltratada por el cierre recurrente del paso fronterizo de Rafah, por la destrucción de los túneles de contrabando entre los dos países (que provocó primera vez la ira de los palestinos desde que Morsi está en el poder) y sobre todo por la divulgación de unas misivas muy «afectuosas» entre Morsi y el presidente israelí Shimon Peres. Ese intercambio epistolar de apariencia anecdótica impactó profundamente a los egipcios que sienten un odio visceral por la que denominan «entidad sionista». Es verdad que expresiones como «mi querido y gran amigo» y «tu fiel amigo» (1) dirigidas por Morsi a Peres han asombrado, sobre todo cuando sabemos que las escribió un miembro de los Hermanos Musulmanes, la cofradía que siempre ha predicado la lucha contra el ocupante sionista. La reacción de la calle egipcia fue tan impetuosa que la presidencia, en primer lugar, pretendió que se trataba de una mentira (2) antes de reconocerlo y explicar que las expresiones utilizadas forman parte del estilo «protocolario» (sic) (3).
Las amabilidades entre ambos presidentes continuaron aquellos días: el presidente Peres declaró a los medios de comunicación que celebraba los «esfuerzos» del presidente Morsi «para conseguir un alto el fuego» en el conflicto de Gaza (4).
Hay que señalar que esas familiaridades interpresidenciales contrastan vivamente con el comportamiento natural de algunas personalidades egipcias a las que en el mismo período «pillaron» en una emisión de tipo «cámara oculta» en la que les hicieron creer que los estaba entrevistando un canal israelí (5). Invariablemente las reacciones de los invitados fueron viscerales, nerviosas y violentamente antiisraelíes, lo que irritó a la prensa del Estado hebreo e hizo que las acusaciones de antisemitismo inundasen la blogosfera (6).
La destrucción por parte del ejército egipcio de los túneles de contrabando de la frontera entre Egipto y Gaza fue decidida por el gobierno de Morsi tras los atentados mortales perpetrados el 5 de agosto por un comando calificado de yihadista por las autoridades (7). Sin embargo los Hermanos Musulmanes, de donde procede el presidente Morsi, acusaron al Mossad de estar detrás de los ataques, afirmación repetida por Ismail Haniye, jefe del gobierno de Hamás en Gaza (8). Lo que es bastante plausible en la medida en que la demolición de los túneles beneficia principalmente a la seguridad del Estado de Israel. Lo más extraño en este asunto es la rapidez con la que se tomó la decisión de destruir los pasadizos subterráneos. De ahí a pensar que hubo connivencia no hay más que un paso. Además, curiosamente, las autoridades israelíes aceptaron la presencia de soldados egipcios en la zona «C» del Sinaí, área normalmente permitida a la policía egipcia pero totalmente prohibida a los militares egipcios según los acuerdos de Camp David (9). Recordemos que esa zona es una franja de tierra de la península del Sinaí que recorre la frontera israelí-egipcia y el golfo de Aqaba, y se extiende de Rafah a Charm el-Cheik.
– En segundo lugar, Morsi sabe perfectamente que ciertas gesticulaciones bien orquestadas en el conflicto israelí-palestino de librarían de la imagen de presidente «de repuesto» poco carismático y sin envergadura (10). Lo que explica, por ejemplo, la llamada del embajador egipcio en Israel y el envío de su primer ministro a Gaza desde el principio de la agresión a la Franja. Sin embargo esas decisiones presentadas como «heroicas» no explican por qué tuvo que esperar a los bombardeos para que un alto responsable egipcio viajase al enclave palestino. Si tenemos en cuenta la vecindad, la afinidad ideológica entre Hamás y los Hermanos Musulmanes egipcios y la alegría popular gazatí ante el anuncio de la elección de Morsi a la magistratura suprema, era de esperar que el presidente egipcio visitara Gaza inmediatamente después de su elección. Pero no, Morsi no ha visitado nunca la Franja de Gaza, mientras que el Emir de Catar efectuó recientemente una visita oficial.
Sin embargo, tras la desavenencia de Hamás con los responsables sirios, el gobierno egipcio autorizó a la organización palestina la transferencia de su sede principal de Damasco a El Cairo. La desavenencia surgió por el reconocimiento por parte de Hamás de los rebeldes sirios, una coalición formada esencialmente por combatientes islamistas. Aunque la decisión egipcia de ofrecer una oficina a Hamás hizo rechinar los dientes de numerosos observadores, los Hermanos Musulmanes egipcios la acogieron favorablemente (11). Esos observadores vieron un gran cambio en la política egipcia, que consideraba a la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) la única representante legítima de los palestinos. Obviamente no podía ser de otra manera para la Hermandad. ¿Hay que recordar que la primera visita oficial del primer ministro de Hamás, Ismail Haniyeh, fue a los Hermanos Musulmanes de Egipto? ¿Y que el propio Haniyeh declaró que Hamás era «un movimiento yihadista de los Hermanos Musulmanes con cara palestina»? (12).
Hay que rendirse a la evidencia de que en el contexto de la «Primavera Árabe», la decisión de acoger a Hamás en El Cairo pone de manifiesto tanto una clara voluntad de aislar a Bashar al-Assad por parte del presidente Morsi como el deseo egipcio de influir en la estrategia islamista palestina del poder en Gaza, de acuerdo con otros actores influyentes como Catar.
– En tercer lugar, el Rais egipcio no ignora que el hecho de conseguir un alto el fuego en el conflicto israelí-palestino también tendría el efecto de devolver a Egipto un papel central en la cuestión palestina. Además permitiría a su diplomaría recuperar el prestigio en el mundo árabe después de la fuerte marginación de los últimos años en beneficio de algunas monarquías del Golfo. Así, además del problema de Gaza, la reunión tripartita Egipto-Catar-Turquía llevaba ciertamente otro punto en su agenda: Siria. En efecto, dos días después de la reunión cairota supimos que la nueva coalición de la rebelión siria, constituida en Doha, tendría su base en El Cairo (13), mientras que el extinto Consejo Nacional Sirio (CNS) tenía su cuartel general en Estambul. Cuatro días después Catar, por su parte, anunció el nombramiento de un embajador de la coalición siria, organización constituida por grupos rebeldes dispares a los que la presión estadounidense «obligó» a fusionarse (14).
Hay que señalar de paso la notable ausencia, en la reunión de El Cairo, de Arabia Saudí, protagonista principal de la «primaverización» de Siria. Y esa ausencia está lejos de ser fortuita si observamos el diferente tratamiento mediático de la agresión israelí a Gaza entre la cadena catarí Al-Yazira y la cadena saudí Al-Arabiya, que señala implícitamente las divergencias políticas de estos dos países en el asunto de Gaza (15).
Aunque en varias ocasiones anunció su intención de revisar los acuerdos de Camp David, Morsi cambió de opinión cuando Israel desestimó la idea (16). Sin embargo, el aparente «éxito» de Morsi en el cese de las hostilidades entre Hamás e Israel le permite justificar su cambio de método y refuerza la idea de la necesidad de Egipto como interlocutor «oficial» y creíble del Estado hebreo gracias a los acuerdos firmados entre ambos países. En este asunto Morsi no se diferencia mucho de su predecesor, Mubarak, arrastrado por la oleada primaveral.
Pero esta falta de valentía política del presidente islamista no ha cambiado el ardor de algunos militantes por la democracia que presentaron, ante el tribunal administrativo de El Cairo, una demanda de anulación del tratado de Camp David con el fin de que su país pudiera disfrutar de una soberanía plena política y militar en la península del Sinaí. El pasado 30 de octubre el tribunal rechazó a los demandantes por «incompetencia en la materia», arguyendo que la política internacional y la soberanía del país son competencias del presidente de la república (17).
¿Se dignará Morsi algún día a llevar adelante esa promesa que es también la de la cofradía de la que procede? En el contexto geopolítico actual es dudoso.
Catar y la «primaverización» de los árabes
El 23 de octubre de 2012, es decir, exactamente tres semanas antes de la salvaje agresión israelí bautizada «Pilar defensivo», el emir de Catar hizo una visita oficial a Gaza. Esa corta visita, calificada de «histórica» por algunos observadores porque era la primera de un jefe de Estado desde 2007, el año que Hamás accedió democráticamente al poder en Gaza, nunca habría sido posible sin la aprobación de Egipto, y sobre todo de Israel. Obviamente ese viaje del emir estuvo acompañado de una generosa distribución de petrodólares, pero parece claro que su objetivo no es solo filantrópico. Si no, ¿cómo explicar que la generosidad catarí solo beneficia al gobierno islamista de Hamás y no a toda la población palestina? ¿Y por qué el emir de Catar no aprovechó la ocasión para ir a Cisjordania y visitar a la Autoridad Palestina?
Por otra parte, con respecto a este punto, el Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) no apreciaría en absoluto esa visita: «Los países árabes no deberían seguir la política de establecimiento de una entidad separatista en la Franja de Gaza que básicamente sirve a los planes israelíes», declaró (18).
En realidad el comportamiento catarí con respecto a Palestina está en perfecta sintonía con el afán de omnipresencia del emirato en la «primaverización» del mundo árabe, acción que se articula en el apoyo indefectible de los islamistas del mundo árabe y en particular de los Hermanos Musulmanes. Esta política es visible en Egipto, Túnez, Libia, Siria y ahora en Gaza.
Por otra parte, dado que Catar mantiene relaciones privilegiadas con Estados Unidos y numerosos países occidentales (relaciones que nunca ha intentado ocultar, sino todo lo contario), se puede pensar que esa visita tiene un sentido político que serviría igualmente a otros intereses diferentes a los de Palestina. En este orden de ideas, Jean-Pierre Bejot se plantea las siguientes preguntas: « ¿Los estadounidenses, a quienes les gusta que se piense que dirigen a los cataríes, dieron luz verde a esa visita? ¿Dicha visita tiene el objetivo de aislar a Siria e Irán, hasta ahora principales socios de Hamás?» (19).
Rachid Barnat va todavía más allá: «A menos que su “juego” (el de Catar) no entre en la estrategia de Estados Unidos: 1) Neutralizar a los extremistas del “internos” sustrayéndolos de una probable recuperación iraní chií, lo que acaba de hacer el emir de Catar con el Hamás de la Franja de Gaza que flirteaba con el régimen de los ayatolás y apoyaba a Bashar al-Assad, el otro “amigo” de los iraníes. Y 2) Permite una recuperación del diálogo entre palestinos e israelíes con el fin de que Obama (…) concrete su bonito discurso programático de investidura: acabar con un problema que envenena las relaciones internacionales desde hace 60 años» (20).
A este respecto, algunas fuentes bien informadas han contado una discusión muy interesante entre Hamad ben Khalifa Al Thani e Ismail Haniye durante la visita del Emir a Gaza. Según esas fuentes, la entrevista acabó debido a un desacuerdo manifiesto, ya que la ayuda catarí se sometía a condiciones precisas: a) ruptura de la alianza con Irán, b) apertura de negociaciones con la entidad sionista sin condiciones previas, c) reconocimiento de Israel, d) reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y abandono de la reivindicación de la parte oriental, y e) anuncio del final de la resistencia armada y apertura de negociaciones como única opción (21).
En definitiva, parece que la presencia de Catar en El Cairo como mediador importante en el asunto palestino está conectada a una agenda doble. La primera relativa a la «primaverización» de la causa palestina favoreciendo la preponderancia de Hamás con respecto a los demás grupos rivales en Gaza y marginando, de hecho, a la Autoridad Palestina en Cisjordania. ¿El objetivo final sería la creación de un único gobierno islámico en los territorios palestinos encabezado por Hamás?
La segunda relativa al abandono de Hamás de su rama militar y su alejamiento del «Irán Chií» que le suministra las armas.
A la vista de lo anterior, todo lleva a pensar que la trama de fondo de esas maniobras sería la negociación de una «paz rebajada» con el Estado hebreo con la bendición israelí-estadounidense.
Y el emir de Catar posee una carta importante para lograr su proyecto: Khaled Mechaal, el líder de Hamás que acaba de alinearse abiertamente a la política de Catar reconociendo a la rebelión siria, rompiendo con Bashar al-Assad (que le ha apoyado y financiado durante años) y abandonando Damasco, donde residía, para instalarse en el hotel Four Seasons de Doha, «bajo la protección de sus anfitriones cataríes» (22).
¿Acaso el emir de Catar no domina el arte de corromper a los que después se convierten en sus secuaces?
Menos de una semana después del final de la operación «Pilar defensivo», la intención de Hamás de alejarse de Irán fue confirmada por Moussa Abu Marzouk, jefe adjunto del buró político de Hamás. Desde su nueva oficina de El Cairo, declaró «Irán debe reconsiderar su apoyo al régimen sirio» (23).
El deseo de liberarse de Irán también ha sido formulado, pero con prudencia, por Ziad Nakhal, secretario general adjunto de la Yihad Islámica Palestina. Aunque reconoció que «sin el apoyo militar de Irán la resistencia palestina no habría podido combatir desde hace muchos años», añadió que «si los árabes quieren reemplazar a Irán serán bienvenidos y nosotros prescindiremos de Irán» (24).
Esta invitación se dirige en particular a Catar. Porque, ¿cómo es posible que el rico emirato que arma a los rebeldes islamistas en todos los países árabes en busca de una eventual «primavera» y apoya su lucha contra gobiernos árabes antes amigos pida a los militantes de Hamás que abandonen la lucha armada contra el Estado israelí, un Estado expoliador, xenófobo y asesino? ¿Por qué, al contrario, no arma a los combatientes de una causa justa y sagrada como la de Palestina? ¿No será solo porque así consigue una fuerza de disuasión que le permitiría negociar en posición de fuerza, como hace abiertamente en Siria? ¿Bashar al-Assad sería enemigo y Netanyahu amigo?
La respuesta del emir de Catar no deja lugar a dudas: en la rueda de prensa celebrada el 19 de noviembre de 2012 (mientras Israel bombardeaba Gaza), con ocasión de la visita a Doha de Mario Monti, jefe del gobierno italiano, afirmó que «el apoyo de Catar a la Franja de Gaza está limitado a la ayuda humanitaria y la reconstrucción, pero se excluye el armamento» (25).
Las armas de Hamás y la filial sudanesa
La noche siguiente de la visita del emir de Catar a Gaza (del 23 al 24 de octubre de 2012), varios aviones israelíes bombardearon el complejo militar sudanés de Yarmouk, situado al sur de Jartum. El ataque solo duró unos minutos, pero las explosiones continuaron duraron varias horas, lo que indica que el stock de munición que contenía era considerable. Las fotos satelitales tomadas antes y después del ataque israelí muestran una destrucción total del sitio (26). El ministro sudanés de información, Ahmed Bilal Osman, declaró que en el ataque estuvieron implicados cuatro aviones y las pruebas materiales (armas que no explotaron) acusan directamente a Israel (27). Aunque aseguró que ese complejo solo fabrica «armas tradicionales», numerosos informes afirman que servía también de depósito de misiles iraníes Shehab y que es muy posible que los expertos iraníes suministrasen asistencia técnica para la fabricación de otros tipos de armas.
Israel no ha reconocido nunca ese ataque, pero los responsables israelíes acusaron a Sudán de zona neurálgica de tránsito en el envío de armas iraníes con destino a los combatientes de Hamás (28). Los misiles iraníes, como los «Fadjr-5», que llegaron a Jerusalén durante el reciente conflicto israelí-gazatí, sin duda se enviaron de Irán a Gaza pasando primero por Sudán e introduciéndolos en el enclave palestino por los túneles del Sinaí (29). Así es fácil entender el interés de Israel de implicar a Egipto en el cierre de los pasajes clandestinos. Pero lo más llamativo de este asunto es que los aviones israelíes en esa misión recorrieron casi 3.600 kilómetros (ida y vuelta) sin que fueran detectados por Sudán ni por los países «amigos» limítrofes como Egipto, Jordania o Arabia Saudí.
En un detallado artículo sobre el ataque al complejo sudanés publicado por el Sunday Times, Uzi Mahmaini y Flora Bagenal explican que los aviones israelíes hicieron un trayecto que recorre el mar Rojo y evita el sistema defensivo aéreo de Egipto (30). Algunos periodistas egipcios se preguntan incluso si los aviones no pasarían por el espacio aéreo de su país. En su crónica titulada «¿Morsi teme a Israel?», Mohamed Dassouki Rachdi escribió: «No pongo en duda la capacidad egipcia, y no debo hacerlo, pero sencillamente reivindico el derecho del pueblo a saber si su territorio o su espacio aéreo se utilizaron en el ataque a un país, hermano o no». Y añadió: « ¿Cómo es posible que Israel consiguiera poner en marcha la operación de destrucción del complejo sudanés con tanta precisión y silencio sin que Egipto se enterara o sin que hubiera reacción de las autoridades egipcias? ¿Cómo es posible que los aviones vuelen durante cuatro horas para destruir una parte de un país hermano sin alterar el sueño de los responsables egipcios?» (31). La propia presidencia de la república se encargó de responder (lo que demuestra la gravedad de las sospechas), negando cualquier utilización del espacio aéreo egipcio por parte de los aviones israelíes, pero sin desmentir la información relativa al itinerario señalado por el Sunday Times (32).
Si la hipótesis del diario británico fuese cierta, sería lógico plantear serias cuestiones respecto a las capacidades del sistema de defensa aérea de Egipto, salvo si el país de los faraones cerró los ojos voluntariamente ante el bombardeo de Sudán para asegurarse de que las armas almacenadas en Sudán se destruyeran y de que los nuevos misiles iraníes no transiten por los túneles del Sinaí.
Otra hipótesis que concierne al trayecto de los aviones israelíes fue avanzada por Ali Akbar Salehi, ministro iraní de Asuntos Exteriores. Según su información, la escuadrilla habría sobrevolado Jordania, Arabia Saudí y Eritrea antes de bombardear el objetivo sudanés, lo que explicaría el hecho de que los testigos sudaneses señalasen que los aviones enemigos venían del este del país (33).
Sea como sea, planean serias dudas con respecto a la implicación de diversos países árabes en la agresión a Sudán, un país «hermano» que por añadidura es miembro de la Liga Árabe. A menos que Israel utilizase directamente una de sus bases del archipiélago eritreo de Dahlak (34), pero ningún observador ha señalado esta posibilidad.
Turquía y el «neo-otomanismo»
La política exterior del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan y su ministro de Asuntos Exteriores Ahmet Davutoglu pone de relieve el oportunismo propio de la realpolitik. Aunque al principio predicó la doctrina «cero problemas» con los países vecinos, la política turca ha evolucionado progresivamente de la no injerencia a una injerencia activa a medida que la «Primavera» árabe se expandía de El Cairo a Damasco.
Así, aunque al principio declaró «que no tenía intención de inmiscuirse en los asuntos internos de los países árabes» (35), Erdogan se comprometió a favor de los rebeldes del Consejo Nacional de Transición libio (CNT) olvidando que solo unos meses antes recibió en Trípoli el Premio Gadafi 2010 de los Derechos Humanos concedido por el coronel Gadafi (36). Pero la defunción de la política «cero problemas», que en resumidas cuentas fue efímera, se ratificó cuando estalló el conflicto sirio. Empujado por Estados Unidos, Erdogan abandonó al presidente sirio, a quien antes consideraba «amigo», y dio a Turquía un papel protagonista en esa sangrienta guerra civil.
Esa posición belicista con respecto a un país con el que Turquía firmó acuerdos de libre comercio en 2004 y abolió los pasaportes en 2009 (y que Erdogan visitó por última vez el 17 de enero de 2011 invitado por su «amigo» Bashar al-Assad) no tiene nada que ver con los principios morales dictados por la instauración de una eventual democracia en Siria. El precedente libio es muy instructivo al respecto. En realidad Turquía quiere navegar sobre la oleada de la eclosión de gobiernos islamistas que toman el poder en los países árabes «primaverizados» y ven como modelo al AKP (Adalet ve Kalkinma Partisi o Partido de Justicia y Desarrollo) de Erdogan.
El «neo-otomanismo», puesto en marcha por Erdogan y Davutoglu, se define como la voluntad turca de recuperar, a nivel diplomático y económico, su esfera de influencia otomana (37). Así, la puesta en marcha de esta política de reconquista se beneficia de la subida al poder del Islam político suní en muchas repúblicas árabes al presentar a Turquía como un modelo de éxito económico realizado por un gobierno islamista.
A todo eso hay que añadir que Turquía se ha ganado un importante caudal de simpatía en el mundo árabe al adoptar una posición mediática pro palestina y muy populista. El choque provocado por Erdogan en Davos el 29 de enero de 2009 es un ejemplo claro (38), y su presencia en la reunión tripartita de Egipto, Catar y Turquía del 17 de noviembre de 2012 en El Cairo entra ciertamente en ese marco.
Pero hay que señalar que para Turquía el hecho de ser pro palestina en ningún caso significa que sea antiisraelí. Aunque las relaciones políticas entre Turquía e Israel se enfriaron mucho desde la operación «Plomo fundido» y el asunto de la Flotilla de la Libertad, en el ámbito militar o económico continúan «como de costumbre».
Veamos algunos ejemplos elocuentes. Casi un año después del incidente de Davos, Ehud Barak, ministro de Defensa israelí, fue recibido en Ankara con toda su delegación. Al final de la visita, el ministro de Defensa turco declaró: «En tanto tengamos los mismos intereses trabajaremos juntos para resolver los problemas comunes. Además somos aliados estratégicos ya que nuestros intereses nos obligan a serlo». Por su parte, los funcionarios israelíes comentaron la visita precisando que «a pesar de las tensiones diplomática (…), la impresión es que la visita fue un éxito y que los turcos tienen interés en mantener buenas relaciones» (39).
En junio de 2011, el diario israelí Haaretz informaba de las «discusiones secretas directas entre Israel y Turquía para reducir la fractura diplomática». Supimos que «responsables israelíes y turcos mantuvieron conversaciones secretas directas para resolver la crisis diplomática entre ambos países» y que «las negociaciones cuentan con el apoyo de Estados Unidos» (40).
En un artículo de título revelador «Israel repara y reenvía cuatro drones a Turquía y señala un posible recalentamiento de las relaciones», publicado el 19 de mayo de 2012 por el Times of Israel, se menciona que Erdogan habría declarado que «pueden surgir problemas y resentimientos entre las personas y pueden dejar de reunirse. Todo es posible, pero cuando se trata de acuerdos internacionales existe una ética del comercio internacional» (41).
Así, está claro que el «neo-otomanismo» de la Turquía de Erdogan y Davutoglu no se hace en detrimento de las relaciones israelíes-turcas aunque las apariencias muestren un discurso reivindicativo contra el Estado hebreo, discurso destinado a los pueblos árabes para los que la causa palestina es un asunto muy delicado.
Obama y los pequeños placeres asiáticos
La agresión de Israel a Gaza coincidió con una pequeña pero agradable gira asiática del presidente Obama. Así, entre algunas posturas y miradas coquetas de la seductora primera ministra tailandesa Yingluck Shinawatra y algunos besitos «robados» al icono de la oposición birmana Aung San Suu Kyi (42), el presidente de Estados Unidos saboreaba su visita mientras las bombas israelíes destruían Gaza y a los gazatíes.
Debemos rendirnos a la evidencia de que los Premios Nobel de la Paz no valen gran cosa en los tiempos que corren. Si no, ¿cómo explicar la falta de compasión de dos galardonados con esa prestigiosa distinción, en este caso Obama (2009) y Aung San Suu Kyi (1991) por las víctimas de Gaza y que no lanzasen un llamamiento a la paz desde lo alto de la escalinata de la residencia de la exdisidente birmana en Rangún? Al contrario, Obama no ha dejado de reafirmar «el derecho de Israel a defenderse», es decir, a bombardear a lo bestia a un pueblo asediado.
Hay que admitir que el apoyo incondicional del presidente de Estados Unidos al Estado hebreo se contradice totalmente con su famoso discurso de El Cairo donde pretendía que «desde hace más de 60 años, el pueblo palestino vive el dolor del exilio. En los campos de refugiados de Cisjordania, en Gaza y en los territorios vecinos muchos tienen la esperanza de conocer una vida de paz y seguridad que nunca han disfrutado. Sufren humillaciones a diario (…) la situación del pueblo palestino es intolerable. Estados Unidos no volverá la espalda a la aspiración legítima del pueblo palestino a la dignidad, a las oportunidades de conseguir un Estado propio».
A propósito del famoso «derecho de autodefensa» de Israel, la periodista israelí Amira Hass lo definió como una «formidable victoria de la propaganda» y añadía que «al apoyar el ataque israelí a Gaza, los dirigentes occidentales dieron carta blanca a los israelíes para hacer lo que saben hacer mejor: revolcarse en su estatuto de víctimas e ignorar el sufrimiento de los palestinos» (43).
Tras una semana de conflicto, Hillary Clinton viajó a Israel y Egipto para discutir con los protagonistas del conflicto. El alto el fuego entre Hamás e Israel se proclamó el mismo día de su llegada a El Cairo y todo el mérito fue para el presidente Morsi. Extraño triunfo del presidente egipcio que había anunciado el final de las hostilidades el día anterior, sin éxito, y que ni siquiera pudo frenar los bombardeos sobre Gaza (aunque fuese momentáneamente y a pesar de las promesas israelíes) mientras su primer ministro, Hicham Kandil, se hallaba de visita en el enclave palestino (44).
Al día siguiente del anuncio del alto el fuego, el New York Times publicó un artículo sobre las auténticas motivaciones de la operación «Pilar defensivo». Los autores, David E. Sanger y Thom Shanker, nos explican que «para Israel el conflicto de Gaza es un ensayo para un enfrentamiento con Irán». En efecto, según algunos responsables estadounidenses e israelíes, esta operación militar que duró una semana fue de entrenamiento para un eventual futuro enfrentamiento con Irán (45). Esos ejercicios permitieron analizar la eficacia de los nuevos cohetes de fabricación iraní capaces de llegar a Jerusalén así como comprobar la fiabilidad del sistema antimisiles «Cúpula de hierro» de Israel. Elemento muy interesante: el artículo también informa de que el bombardeo israelí del complejo sudanés de Yarmouk fue la primera parte de un plan más general de debilitar a Irán que se perseguía con el conflicto de Gaza.
Hay que señalar que para Israel ambos ataques tienen objetivos estratégicos similares: 1) Destrucción de stocks de armas enemigas, y 2) Entrenamiento de las tropas israelíes para un eventual conflicto armado directo con Irán. En efecto, la precisión y el control en la operación contra el sitio sudanés (distancia recorrida, repostar en marcha, interferencia de las comunicaciones enemigas, disparos precisos) demuestran que el Estado hebreo posee medios técnicos para asestar un golpe aéreo a los centros nucleares iraníes situados a la misma o inferior distancia de la que separa a Israel de Yarmouk. Por otra parte, la destrucción de las reservas de armas destinadas o utilizadas (respectivamente en Sudán y en Gaza) por la resistencia palestina permite minimizar los riesgos de apertura de frentes de combate adicionales si se tomase la decisión de atacar Irán. Si a eso añadimos la participación activa de Egipto en el cierre de los túneles del Sinaí y la implicación de Catar para persuadir a Hamás de que acepte un cambio de paradigma revolucionario, las condiciones de un ataque israelí a los objetivos iraníes cada vez es más favorable para Israel y obviamente para Estados Unidos, su aliado indefectible en esta «cruzada».
Efectivamente, al comentar el artículo de David E. Sanger y Thom Shanker, Lucio Manisco escribe que «La investigación del New York Times aclara la estrecha colaboración entre Washington y Jerusalén en los preparativos del ataque a Gaza y, a más largo alcance, la ofensiva contra Irán prevista para los próximos meses» (46).
Por otra parte existen fuertes presunciones de colaboración entre ambos países en el ataque al complejo de Yamouk. Así, el periódico árabe Al-Hayat citó a responsables sudaneses que afirmaban que Estados Unidos estaba al corriente del ataque puesto que rápidamente cerró su embajada de Jartum por miedo a represalias (47).
Si tenemos en cuenta todo esto, se comprenden fácilmente la dejadez y la flema del presidente Obama durante su gira asiática: esperaba pacientemente a que terminase el entrenamiento planificado por las fuerzas israelíes-estadounidenses para enviar a su secretaria de Estado a arreglar un alto el fuego entre los beligerantes.
Se entiende también por qué Israel, contra su costumbre, no tomó represalias tras el atentado del 21 de noviembre de 2012 dirigido a un autobús de Tel Aviv, ni comunicó la fecha del cese de las hostilidades.
Sunismo-chiísmo: un cisma político
La reconfiguración geopolítica de la región MENA (Oriente Medio y Norte de África) después de la «Primavera» árabe originó un cisma político suní-chii que se ha vuelto preponderante en el conflicto sirio debido a la diversidad cultural del país y tiene una incidencia directa sobre la causa palestina. Han aparecido dos ejes en la región: el eje suní representado, entre otros, por Egipto, Catar y Turquía, y el eje chií constituido por Irán, siria e Hizbulá.
El primer eje mantiene muy buenas relaciones con los países occidentales mientras el segundo grupo representa en la actualidad «el eje del mal» para esos mismos países.
Se ve claramente que la reunión del 17 de noviembre en El Cairo agrupó exclusivamente a los países suníes y que la presencia de Khaled Mechaal en realidad tenía el objetivo de sacar a Hamás del sector chií (en particular de Irán) que le suministra las armas. Está claro que los estadounidenses y los europeos juegan sobre esa división para mejor aislar, y por lo tanto debilitar, al eje chií.
El cisma político tiene su aspecto religioso, menos hipócrita pero también virulento. Así, el telepredicador estrella de la televisión catarí Al-Yazira, Cheikh Al-Qardaoui, atacó a los iraníes respecto a su papel en Siria, declarando que «faltaron a su misión y ahora matan a los musulmanes (los sirios suníes) que no son de la misma corriente religiosa que ellos». Después apeló a todos los peregrinos musulmanes para que imploren a dios que castigue a Irán (48).
Está lejos el tiempo en el Cheik fustigaba a Israel y rogaba a Dios que le diera la oportunidad, en el crepúsculo de su vida, de «disparar una bala sobre los enemigos de Alá, los judíos» (49). Tras el paso de «Primavera» árabe, su lealtad al emir de Catar solo le permite lanzar condenas de muerte a los árabes y musulmanes: un alineamiento ejemplar del político y del religioso. Sin duda esta es la razón por la que tampoco condenó la salvaje agresión israelí al pueblo de Gaza.
En conclusión, se puede afirmar que la causa palestina está innegablemente influenciada por la «Primavera» árabe. El bloque suní representado por Egipto, Catar y Turquía (países que mantienen excelentes relaciones con Estados Unidos) pretende sacar a Hamás de la zona de influencia chií iraní que le suministra las armas necesarias para resistir a la ocupación israelí. La ruptura de Khaled Mechaal con Baschar al-Assad, su lealtad al emir de Catar y la mudanza de la sede principal de Hamás de Damasco a El Cairo son señales que no engañan. La única desconocida en este asunto es la posición de la resistencia palestina que actúa en el interior de Gaza y tiene una necesidad vital de armas para asentar su legitimidad de acuerdo con la ideología de su movimiento. A menos que Catar consiga la vuelta de tuerca de convencerles de que abandonen las armas y opten por una visión más pacifista, lo que podría llevarlos a librarse de la etiqueta de «organización terrorista» que les colgaron muchos países occidentales, y reunirlos en la mesa de negociaciones. Sin embargo, considerando la debilidad de los resultados obtenidos por la Autoridad Palestina con la adopción de ese tipo de acercamiento, cabe esperar que Hamás no tenga un éxito mayor. Está muy claro en la declaración de Leila Shahid, delegada general de la Autoridad Palestina en la Unión Europea: «Nuestra estrategia no violenta frente a Israel es un fracaso (…) detuvimos la lucha armada (…) e Israel nos dio un bofetón» (50).
Por otra parte, y al contrario de las apariencias: 1) el gobierno islamista de Morsi parece mantener relaciones privilegiadas con el Estado hebreo (correspondencia afectuosa, destrucción de los túneles del Sinaí, ninguna reacción al ataque del complejo sudanés); 2) La política «neo-otomanista» de Turquía no se hace en detrimento de las relaciones turcas-israelíes que siguen siendo estratégicas; 3) Las relaciones israelíes-estadounidenses están bien firmes y con respecto a las cuestiones palestina e iraní la colaboración es ejemplar.
En cuanto a la Liga Árabe, que antes hacía de la cuestión palestina el centro de sus preocupaciones, actualmente está completamente sometida a los intereses estadounidenses. Lo que ha hecho decir a algunos que esa institución, en realidad, solo puede decidir actuaciones que perjudican al mundo árabe.
Finalmente, es interesante observar el movimiento de balanceo que se opera en Palestina: en Gaza se hace todo lo posible para que Hamás se convierta en recomendable con gran placer de Israel y Estados Unidos; en Cisjordania la Autoridad Palestina provoca la ira de Tel Aviv y Washington al obtener, a pesar de las presiones y amenazas, el estatuto de observador de la ONU.
Lo que nos devuelve a la cuestión existencial: antes de discutir el papel de terceros países, ¿Puede existir cualquier solución al problema de Palestina sin la reunificación política de ambos territorios palestinos?
Ahmed Bensaada
Texto original en francés :
La tragédie de Gaza à l’aune du « printemps » arabe
Traducido para Rebelión por Caty R.
Notas:
(1) May Al-Maghrabi y Noha Ayman, « Morsi joue la realpolitik », Al Ahram Hebdo, 24 de octubre de 2012.
(2) Jonathan-Simon Sellem, « É gypte: “ la lettre amicale de Morsi à Peres est une fausse ” », JSSNews, 1 de agosto de 2012.
(3) Al-Masry Al-Youm, « Morsy’s letter to Peres not friendly, just protocol, say diplomats », Egypt Independent, 18 de octubre de 2012.
(4) L’Orient le jour, « Peres salue les ”efforts ” de Morsi pour une trêve », 19 de noviembre de 2012.
(5) Se trata de un programa de televisión egipcio titulado «El Hokm baad El Moudawala». Se pueden ver extractos de emisiones exitosas en: http://www.youtube.com/watch?v=KmUBWkDdXx4
(6) Salma Abdelaziz, « Egyptian prank show exposes anti-Israeli sentiment », CNN, 11 de agosto de 2012.
(7) Hélène Jaffiol, « Gaza: la fin des tunnels », Slate.fr, 29 de septiembre de 2012.
(8) AFP, « Égypte: selon les Frères musulmans, l’attaque du Sinaï peut être attribuée au Mossad », Radio-Canada, 6 de agosto de 2012.
(9) Un excelente mapa interactivo del Sinaí se puede consultar en la web del FMO ( Fuerza Multinacional de Observadores en el Sinaí ).
(10) Ian Black, « Mohammed Morsi: Brotherhood’s backroom operator in the limelight », The Guardian, 25 de mayo de 2012.
(11) Majdi Abou Eleil y Ahmed Tahar, « Le Hamas transfèrera au Caire son principal siège » , El Watan News, 12 de septiembre de 2012.
(12) Ramzy Baroud, « Hamas and the Brotherhood: Reanimating History », Palestine Chronicle, 2 de enero de 2012.
(13) AFP, « La nouvelle Coalition syrienne basée en Égypte », 24 Heures, 19 de noviembre de 2012.
(14) Defensa.org, « Les dessous coquins de l’accord de Doha », 14 de noviembre de 2011.
(15) Amin Hamadé, « Comment Al-Jazira et sa rivale Al-Arabiya couvrent-elles la guerre à Gaza? », Courrier International, 22 de noviembre de 2012.
(16) Ria Novosti, « Égypte: aucune révision des accords de Camp David (officiel ) », 26 de septiembre de 2012.
(17) Chimaa El Karanchaoui, « Le tribunal administratif se déclare non compétent dans l’annulation ou la modification de “Camp David” », El Masry El Youm, 30 de noviembre de 2012.
(18) AFP, « Visite “historique” de l’émir du Qatar à Gaza », Le Monde.fr, 23 de octubre de 2012.
(19) Jean-Pierre Bejot, « Qatar est-il le nouveau nom de “l’impérialisme”, de “la mondialisation”, de ”l’Internationale islamique”…? (3/4) , La Dépêche diplomatique, 31 de octubre de 2012.
(20) Rachid Barnat, « A quoi joue l’emir du Qatar? », Kapitalis, 8 de noviembre de 2012.
(21) Al Manar, « Hamad bin Khalifa à Haniyeh: rompez votre alliance avec l’Iran et… », 17 de noviembre de 2012.
22 Georges Malbrunot, « L’émir du Qatar affiche son parti pris pro-Hamas à Gaza », Le Figaro.fr, 23 de octubre de 2012.
23- AFP, « Hamas: L’Iran devrait reconsidérer sa position à l’égard du régime syrien », Al-Masry Al-Youm, 26 de noviembre de 2012.
(24) Declaración de Ziad Nakhal a Nile News el 27 de noviembre de 2012.
(25) Ministro de Asuntos Exteriores de Catar: « The joint press conference by HE Sheikh Hamad Bin Jassim Bin Jabr Al Thani, the Prime Minister and Minister of Foreign Affairs and Italian Prime Minister Mario Monti regarding the situation in Gaza », 19 de noviembre de 2012.
(26) Alain Rodier, « Israël-Soudan-Gaza: Frappe aérienne et riposte du Hamas », Nota de actualidad 291, Centre Français de Recherche sur le Renseignement, noviembre de 2012.
(27) AFP, « Le Soudan accuse Israël de l’avoir bombardé », Le Monde.fr, 24 de octubre de 2012.
(28) AFP, « Le Soudan nie tout rôle de l’Iran dans son usine d’armes de Yarmouk », Courrier International, 29 de octubre de 2012.
(29) Global Security.org, « Hamas Rockets », noviembre de 2012.
(30) Uzi Mahmaini y Flora Bagenal, « Israeli Jets Bomb Sudan Missile Site in Dry Run for Iran Attack », The Sunday Times, 28 de octubre de 2012.
(31) Mohamed Dassouki Rachdi, « Morsi at-il peur d’Israël ? », El Youm Essabaa, 31 de octubre de 2012.
(32) Almesryoon, « La présidence nie que l’aviation israélienne ait pénétré dans l’espace aérien égyptien », 31 de octubre de 2012.
(33) Gérard Fredj, « Bombardement israélien au Soudan – Des pays arabes auraient ouvert leur espace aérien aux avions israéliens », Israël Infos, 6 de noviembre de 2012
(34) Muhammed Salahuddin, « Israel’s second largest base is on Eritrea’s Dahlak Islands », Arab News, 31 de agosto de 2006.
(35) Jean Marcoux, « L’expérience turque de transition politique, un modèle pour l’Égypte post-Moubarak? », LeJMed.fr, 12 de febrero de 2012.
(36) Ahmed Bensaada, « Le double jeu de Recep Tayyip Erdogan », Mondialisation.ca, 7 de diciembre de 2011. En español .
(37) Samia Medawar, « Les limites du « néo-ottomanisme » face aux ambitions de la diplomatie turque », L’Orient le jour, 11 de junio de 2012.
(38) Ahmed Bensaada, « La valse à quatre temps de Amr Moussa ou l’évanescence de l’arabité politique », Le Quotidien d’Oran, 12 de febrero de 2012.
(39) Amos Harel, « Barak lauds Turkey visit as successful, despite degraded ties », Haaretz, 18 de enero de 2010.
(40) Barak Ravid, « Israel and Turkey holding secret direct talks to mend diplomatic rift », Haaretz, 21 de junio de 2011.
(41) Yifa Yaajov, « Israel fixes, returns four aerial drones to Turkey in possible sign of warming ties », The Times of Israel, 19 de mayo de 2012.
(42) AP y Daily Mail Reporter, « The charmer-in-chief: Obama gets flirty as he schmoozes with Thai prime minister on first stop of historic Asia visit », Daily Mail, 18-19 de noviembre de 2012.
(43) Amira Hass, « Israel’s ‘right to self-defense’ a tremendous propaganda victory », Haaretz , 19 de noviembre de 2012. En español .
(44) AFP, « Israel viole la trêve et bombarde Gaza lors de la visite de Kandil », El Youm Essabaa, 16 de noviembre de 2012.
(45) David E. Sanger y Thom Shanker, « For Israel, Gaza Conflict Is Test for an Iran Confrontation », The New York Times, 22 de noviembre de 2012.
(46) Lucio Manisco, « Bombardements aéronavals sur Gaza pour essayer les nouvelles armes israéliennes en vue de l’imminente guerre contre l’Iran », Global Research, 24 de noviembre de 2012.
(47) Jonathan Schanzer, « Israël et les États-Unis viennent-ils juste de coopérer pour un Galop d’essai, en vue d’une Intervention en Iran? », Israël Magazine, 2 de noviembre de 2012.
(48) Al Quds Al-Arabi, « Al-Qardaoui: l’Iran, la Russie et la Chine sont les ennemis de la Nation et les pèlerins doivent implorer Dieu pour les punir », 13 de octubre de 2012.
(49) Youtube, « Al-Qaradawi praising Hitler’s antisemitism » , Vídeo en línea, 10 de febrero de 2009.
(50) Leïla Shahid, « Notre stratégie non-violente face à Israël est un échec », RTBF, 18 de noviembre de 2012.
Ahmed Bensaada, doctorado en Física, profesor y escritor argelino, vive en Canadá desde hace 22 años. Enseña Física en escuelas e institutos, escribe artículos políticos y sociales en diversas publicaciones y es autor de varios libros.