El gas de Gaza y el exterminio palestino
Mucho se ha escrito (‘hemos’ escrito) sobre los motivos que han tenido los israelíes para la carnicería en la Franja de Gaza.
Unos, defensores de los sionistas, la excusaron como una defensa contra los cohetes Qasam lanzados por Hamas. Lo cual ha sido rebatible al comprobarse que ya hace dos años se preparaba la invasión, mucho antes de que gobernase el grupo islámico en la Franja.
Otros negamos que pudiese ser señalada como una guerra por no existir dos estados soberanos, dijimos que se parecía más bien a la heroica resistencia judía en el gueto de Varsovia, y que la ideología sionista era, hoy por hoy, contraria al semitismo, representado por la nación palestina. Todos estos esfuerzos intelectuales para comprender los desvaríos israelíes eran, sin embargo, gastar pólvora en gallinazos. Los políticos sionistas no son Hitler. Olmert el corrupto, Barak el ambicioso, Livni la ex espía son solo un disminuido Bush, manejados por las transnacionales del gas y del petróleo.
La verdad es que, como señala el investigador de la universidad de Ottawa, Michel Chossudovsky, inmensas reservas marinas de gas existen a lo largo de la Franja de Gaza, las que fueron descubiertas en el año 2000. La Autoridad Palestina firmó un acuerdo, en 1999, con British Gas (BG Group), en el que les concedía los derechos de explotación de gas y petróleo por 25 años.
Desde un punto de vista jurídico las reservas de gas pertenecen a Palestina pero la elección de Hamas y el hundimiento de la Autoridad Palestina bajo el gobierno títere de Mahmoud Abbas han permitido a Israel establecer un control de facto sobre estas reservas. Incluso hay un estudio para construir un gasoducto hacia la terminal petrolera de Ashkelon. El problema es que, para ello, Israel tendría que violar el derecho internacional.
La invasión y posterior ocupación militar de Gaza lo que realmente intenta es transferir la soberanía de estos yacimientos marítimos a Israel. Buen negocio. No importan las muertes ni el sufrimiento palestino. Unas millonarias reservas de gas a cambio del olvido postrero del Zyklon B.