El dragón desafía al águila en su patio trasero
Las relaciones entre China y América Latina dependen de las iniciativas de Pekín más que de las declaraciones o deseos de los Gobiernos latinoamericanos. El dragón asiático viene lanzando iniciativas audaces que, en general, son bien acogidas por los diversos Gobiernos de la región, pero éstos se muestran incapaces en este momento de dar respuestas de conjunto, ya que los proyectos para la integración se han debilitado como consecuencia del viraje conservador que viven buena parte de los países en los últimos años.
La tercera visita de Xi Jinping en apenas cuatro años —entre el 16 y el 23 de noviembre-, revela la importancia que China le otorga a la región latinoamericana. En esta ocasión, el presidente chino visitó dos países que integran la Alianza del Pacífico, como Perú y Chile, además de Ecuador, con quien mantiene una alianza estratégica. La breve gira de Xi lo llevó a participar en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Lima y finalizó en Chile, donde su país organizó la Cumbre de Líderes de Medios de Comunicación de China y América Latina y el Caribe.
¿Qué tiene China para ofrecer a América Latina? Hasta ahora el país asiático se ofrecía como un gran mercado para las exportaciones de productos primarios, en particular soja, mineral de hierro e hidrocarburos. El comercio bilateral ha sido el punto fuerte, con un crecimiento exponencial: en apenas una década se multiplicó por 20, alcanzando 236.000 millones de dólares en 2015. Para potenciar el comercio y las relaciones se creó el Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que celebró su primera reunión en enero de 2015 en Pekín y estableció un plan para llevar los intercambios comerciales hasta 500.000 millones de dólares en 2019 y alcanzar la cifra de 250.000 millones de dólares de stock de inversión extranjera directa recíproca.
Pero el comercio está estancando y tiende a decrecer por la caída de las importaciones chinas, por lo que esas cifras difícilmente sean alcanzadas. Sin embargo, varios países tienen interés en firmar tratados de libre comercio con China, en especial Uruguay. Si se concretara, sería el cuarto TLC de países de la región con China, luego de los firmados con Chile en 2005, Perú en 2009 y Costa Rica en 2010.
El presidente chino marcó las diferencias en la política hacia América Latina respecto de las propuestas del presidente electo de EEUU, Donald Trump. Mientras Washington apunta hacia la expulsión de migrantes indocumentados y apuesta por un retorno al proteccionismo, Pekín menciona “un futuro compartido” con la región sobre la base de “promover la liberalización y las facilidades al comercio y la inversión y oponerse a cualquier tipo de proteccionismo”.
Al finalizar la gira de su presidente, el Gobierno chino difundió un nuevo documento sobre sus relaciones con América Latina, centrado esta vez en cuestiones geopolíticas y no económicas. Se propone una “asociación estratégica integral” con América Latina, que esté libre de “grilletes ideológicos”. En cuanto a las inversiones, prioriza la infraestructura sabiendo que la región tiene urgencias en ese terreno. Luego de repasar la nueva situación geopolítica global, marcada por el ascenso de los llamados países emergentes, China apuesta por “introducir su experiencia en América Latina y el Caribe para contribuir a mejorar su gobernabilidad”.
Sin embargo, este nuevo lenguaje de la diplomacia china choca con fuertes obstáculos. Como debió escuchar en su reunión con la CEPAL, el 90% de la inversión directa china en la región se dirige a explotar recursos naturales, que representan el 70% de las exportaciones al dragón, en particular hidrocarburos y minerales. Inversiones de estas características están provocando aguda conflictividad social, por el daño ambiental que provocan, ya que son resistidas por indígenas y campesinos.
En todo caso, la región latinoamericana no parece estar interesada —por acción o por omisión- en una alianza integral con China, ni en participar en la gobernabilidad global. Según el Observatorio de la Política China, los Gobiernos regionales están optando apenas por aprovechar las ventajas comerciales y de créditos que ofrece Pekín.
“Mientras que Estados Unidos y las instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, tienden a financiar operaciones de acuerdo con las modas de desarrollo del momento, como la liberalización del comercio exterior y los programas de microcréditos antipobreza, los créditos chinos suelen estar destinados al financiamiento de proyectos de energía, infraestructura e industriales, en una región que tiene una brecha anual de desembolsos en infraestructura de por lo menos 260.000 millones”, según el economista Gustavo Giraldo, coordinador del Observatorio Asia Pacífico de la Universidad Nacional de La Matanza en Argentina.
Giraldo sostiene que si el ritmo de la presencia de China en América Latina mantiene el dinamismo de la última década, la potencia asiática “se convertirá en el mayor poder extranjero en América Latina durante el transcurso de este siglo”. En gran medida, lo hará aprovechando las debilidades de la Unión Europea —cuya importante presencia histórica se ha debilitado desde la crisis de 2008- y el repliegue relativo de Estados Unidos. Pero eso no parece ser suficiente para modificar la situación actual, según se desprende del análisis chino.
Como señala el director del Observatorio, Xulio Ríos, “China lo tiene bien claro con América Latina”. El documento librado durante la visita de Xi Jinping, “sugiere la paralela urgencia de que América Latina establezca unos lineamientos mínimos de su política en relación a China. Solo de esta manera puede interactuar de forma proactiva, sentando las bases para un mejor aprovechamiento de las oportunidades que traza este segundo documento de política china para la región. Ese es el primer deber que China plantea a los países de la CELAC”.
Todo indica que en el corto plazo no habrá cambios en el carácter de las relaciones entre China y América Latina. Lo más probable es que se realicen avances bilaterales con los países más dispuestos a asumir riesgos, y que se profundicen las ya importantes relaciones con Venezuela, Ecuador y Argentina. Pero en el futuro inmediato, ningún Gobierno latinoamericano podrá prescindir de China, más allá de que acepte los desafíos que plantea el dragón en el que fuera el ‘patio trasero’ exclusivo de Washington.
Raúl Zibechi
Raúl Zibechi: Periodista e investigador uruguayo, especialista en movimientos sociales, escribe para Brecha de Uruguay, Gara del País Vasco y La Jornada de México.