Egipto, los Hermanos Musulmanes y el ejército

Cuando el pasado mes de agosto Mohamed Morsi, el primer presidente egipcio civil elegido, atacó al ejército de su país, los principales medios de comunicación celebraron su hazaña «épica» y la eclosión de titulares ditirámbicos no se hizo esperar: «El presidente egipcio golpea la cabeza del ejército», «El presidente Morsi desafía al ejército», «El presidente Morsi lanza un gran golpe contra el ejército», etc.

Un «especialista» llevó su argumento hasta el punto de utilizar expresiones de un cuento africano comparando a Morsi con la mangosta que atacó a la cobra «cuya única oportunidad de sobrevivir es morder al temible mamífero antes de que este último le ahogue». Y concluía: «Eso es lo que ha hecho el presidente islamista Mohamed Morsi frente al ejército» (1): la fabulosa victoria del presidente-mangosta sobre el temible ejército, confirma la omnipotencia de los Hermanos Musulmanes (de donde procede Morsi) y demuestra la inexorable marcha hacia la democracia arrasando todo a su paso.

Morsi y el CSFA

Es cierto que el presidente Morsi (aparentemente) consiguió «impulsar» la retirada del mariscal Hussein Tantaoui (77 años), inamovible ministro de Defensa desde hacía 20 años, así como la del jefe del Estado Mayor del ejército, el general Sami Anan (64 años), número dos del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA), nada menos.

Para dar consistencia al acto, esta decisión presidencial incluso fue acompañada de rumores de arresto domiciliario de los dos «retirados», pero se desmintieron enseguida.

Sin embargo, esos mismos medios de comunicación fueron locuaces con respecto al hecho de que el nuevo Rais no solamente decidió nombrar a ambos «asesores del jefe del Estado», sino que además los condecoró dos días después de su presunto «despido».

Hay que señalar, de paso, que la ceremonia de condecoración se retransmitió por la televisión nacional, detalle revelador de la importancia del acontecimiento. Se vio a un presidente deshaciéndose en agradecimientos y declarando respecto a Tantaoui: «Teniendo en cuenta su lealtad y su amor a la nación, este es un gesto de gratitud del pueblo egipcio, y no de su presidente, hacia un hombre que ha sido leal a su pueblo y a su país. ¡Que dios le bendiga! (2).

El mariscal recogió el «Collar del Nilo», la mayor distinción del país, mientras el general fue condecorado con la «Insignia de la República».

El mariscal Hussein Tantaoui fue sustituido por Abadel Fattah el-Sissi, jefe del servicio de inteligencia militar. Ese general se hizo célebre en el período posterior a Mubarak por justificar los «famosos» test de virginidad que los militares obligaban a sufrir a las manifestantes egipcias (3).

Aunque algunos observadores han interpretado la ceremonia de condecoración como el deseo de Morsi de aplacar al ejército, parece más bien que la decisión de la «retirada» se tomó de acuerdo con los dos militares y el CSFA (4). Sobre todo porque parece, según fuentes bien informadas, que el general Anan «goza de muy buenas relaciones con los Hermanos Musulmanes» (5), como veremos más adelante.

Morsi y las celebraciones históricas

Pero el presidente Morsi no se conformó con esa ceremonia. Menos de dos meses después de esa celebración, aprovechó el aniversario de la «guerra de octubre de 1973» para condecorar, a título póstumo, al presidente Anuar Sadat. Una distinción idéntica a la del mariscal Tantaoui se envió al hijo del antiguo presidente. Ironía del destino, fue en esa misma conmemoración hace 31 años, casi el mismo día, cuando Sadat fue asesinado por militares pertenecientes a la yihad islámica egipcia, movimiento fundado por antiguos miembros de los Hermanos Musulmanes.

Intentando una explicación de ese gesto de marcado carácter político, el periódico libanés Essafir explica que el enfoque del presidente islamista «arroja luz sobre la interesante relación nacida durante los años 70 del siglo pasado entre Sadat y las dirigencias islamistas, especialmente las más fundamentales, gracias a las cuales liberó a numerosos de sus miembros de las cárceles de Nasser y los utilizó, de una forma u otra, para el debilitamiento de sus oponentes políticos nasserianos, nacionalistas, izquierdistas y otros, antes de que las formaciones islamistas se volvieran contra él hasta asesinarlo en la tribuna durante la conmemoración de la guerra de octubre» (6).

Algunos adeptos a la teoría de la «mangosta» han avanzado la explicación de que la «marginación» de los dos oficiales superiores permitiría al presidente Morsi acabar con la «generación del 73» y dar paso a militares más jóvenes (7). Así, con la condecoración póstuma de Sadat, se cerraría el círculo.

No hace falta decir que este repentino frenesí de condecoraciones militares por parte de un presidente que, no lo olvidemos, es civil, es muy curioso, sobre todo si tenemos en cuenta el poco tiempo pasado desde que llegó al poder y la tormentosa relación entre la Hermandad y el ejército egipcio durante las últimas décadas.

Pero lo más interesante de este asunto es el hecho de que algunas personalidades que marcaron de forma indeleble la historia moderna de Egipto han sido ignoradas deliberadamente por el presidente Morsi.

En ese sentido algunos observadores han subrayado que el indiscutible líder histórico, el difundo presidente Abdel Nasser, no ha sido condecorado (a título póstumo) en las celebraciones del sexagésimo aniversario de la «revolución del 23 de julio de 1952». Peor todavía, el presidente procedente de los Hermanos Musulmanes se conformó en esa fecha con un discurso televisado en el que dirigió críticas implícitas y explícitas a la era nasseriana (8).

Comentando esa época, Névine Ahmed escribe: «Nadie puede negar que ese período continúa siendo doloroso en el espíritu de muchas personas, especialmente en los Hermanos Musulmanes, con las detenciones, las torturas y las prisiones. Existe pues una hostilidad histórica entre los hermanos y la época de Nasser» (9).

Dada esta obviedad, podemos preguntarnos con los (cada vez más numerosos) detractores del nuevo Rais, si Morsi es el presidente de todos los egipcios o solamente de los Hermanos Musulmanes, como parece indicar su memoria histórica selectiva.

Cierto, Nasser está considerado por la Cofradía el «destructor» del islamismo, pero este no es el único aspecto de la política nasseriana que justifica esa «amnesia» selectiva. En efecto, es público y notorio que tanto el ejército egipcio como el gobierno islamista son aliados del gobierno estadounidense. El primero por una generosa renta anual y el segundo se beneficia de un innegable apoyo político «postprimaveral». Por el contrario Nasser y Estados Unidos se consideraban mutuamente enemigos. Para ilustrar esta situación, nada más elocuente que la famosa declaración de Nasser: «Si veis que Estados Unidos está satisfecho conmigo, entonces sabréis que voy por el camino equivocado».

Según Bernard Lugan el ejército egipcio estaría dividido en tres grupos distintos: «un Estado Mayor compuesto de viejos soldados pro Washington, una fracción islamista difícil de medir numéricamente y una mayoría compuesta de oficiales y suboficiales nacionalistas cuyo modelo es el coronel Nasser» (10). En este caso, y teniendo en cuenta que para una parte importante de la población y la intelectualidad egipcia Nasser no solo es un hijo querido de Egipto, sino también un héroe del panarabismo, huelga decir que Morsi se arriesga a distanciarse de una parte del ejército y de la opinión pública, lo que probablemente no mejorará su imagen de «presidente de los Hermanos».

Morsi y el jeque ciego

En su discurso simbólico de la plaza de Tahrir, solo unos días después de su elección a la magistratura suprema del Estado, Morsi hizo una declaración muy poco comentada por la prensa internacional, pero que no pasó inadvertida en Estados Unidos. Proclamó sin rodeos «Voy a hacer todo lo que pueda para liberar […] a los detenidos, incluido el jeque Omar Abdel-Rahman», condenado en 1995 a cadena perpetua por la justicia estadounidense por los complots dirigidos a atacar objetivos neoyorquinos y a asesinar al expresidente egipcio Hosni Mubarak (11).

Pero, ¿quién es ese jeque del que Morsi se sintió obligado a hablar en uno de sus primeros discursos presidenciales como si se tratase de un asunto crucial para el país?

En realidad el jeque Omar Abdel-Rahman, apodado «el jeque ciego» debido a una ceguera contraída en la infancia, es el líder espiritual de la Jamaa el-Islamiya, organización islamista egipcia que dirige la yihad islámica egipcia y fue responsable de varios atentados terroristas en Egipto y Estados Unidos. Declarado culpable en el primer atentado contra World Trade Center de 1993, el jeque Abdel-Rahman cumple en la actualidad una condena de cadena perpetua en Estados Unidos (12).

La exigencia de la «liberación» del jeque formulada por el nuevo presidente elegido enfureció a numerosos políticos estadounidenses, como puede verse leyendo algunas reacciones.

El senador Charles Schumer mencionó que «las declaraciones ofensivas del presidente Morsi son un insulto a la memoria de las víctimas del atentado al World Trade Center», y que el jeque Abdel-Rahman es «un terrorista que proyectaba matar a estadounidenses inocentes, descuide, permanecerá en prisión el resto de su vida».

La senadora Kirsten Gillibrand, por su parte, calificó la declaración de Morsi «no solo escandalosa, sino representativa de una fuente profunda de preocupación relativa al respeto de Mohamed Morsi al imperio de la ley y la democracia» (13).

Hay que señalar que en 2006 Ayman el-Zawahiri, en la época número dos de al-Qaida, y antiguo miembro influyente de la yihad islámica egipcia, anunció la fusión de la Jamaa el-Islamiya con al-Qaida (14). Una de las razones que se avanzaron para esa lealtad era precisamente la encarcelación del jeque Abdel-Rahman.

Un elemento interesante de esta historia es que el jeque fue encarcelado tras el asesinato del presidente Sadat, acusado de publicar una fatua autorizando su asesinato (15) y de fomentar el atentado. A falta de pruebas el jeque fue exonerado, pero le expulsaron del país.

Así, es fácil comprobar la ambivalencia política del presidente Morsi: es capaz de condecorar a título póstumo a un presidente asesinado y pedir la liberación de la persona sobre la que pesan graves sospechas de orquestar el asesinato.

Este asunto ilustra claramente el doble juego de Morsi: se considera «presidente de todos», honrando a sus predecesores, pero no olvida a sus «compañeros de armas» islamistas, prueba de su fidelidad a la cofradía y a su «Mourchid» (guía supremo de los Hermanos Musulmanes).

Un matrimonio muy especial

El 31 de agosto de 2012, es decir, poco más de dos semanas después del «retiro» del mariscal Tantaoui y del general Sami Anan, el hotel de cinco estrellas «El Masah» de El Cairo fue anfitrión de una boda muy elegante. La fiebre que se apoderó de ese establecimiento, propiedad del ejército egipcio, estuvo a la altura de la notoriedad de los recién casados, pero sobre todo de la de los invitados. Ese día Mohamed Mamdouh Chahine se casó con Kamal el-Katatni.

El feliz marido es hijo del general Mamdouh Chaine, miembro influyente del CSFA y asistente del ministro de Defensa encargado de los asuntos jurídicos y constitucionales. La feliz esposa de 25 años es la hija del ingeniero Kamal el-Katatni, quien tiene una relación de parentesco con Saad el-Katatni, expresidente de la Asamblea del Pueblo Egipcio disuelta, miembro del Buró directivo de los Hermanos Musulmanes y actualmente presidente del Partido de la Libertad y la Justicia (escaparate político de los Hermanos Musulmanes).

Pero más allá de su aspecto mundano, esa boda entre el hijo de un alto oficial militar y un miembro de la familia de un alto dignatario islamista procedente de los Hermanos Musulmanes, asaltó los titulares.

En primer lugar, la presencia del general Sami Anan al lado de Saad el-Katani no podía pasar desapercibida. Esta primera aparición pública del general «destituido» puso fin a los rumores de su arresto domiciliario. Peor todavía, Sami Anan llegó en el mismo coche oficial que tuvo en el ejercicio de sus funciones y protegido por guardaespaldas. Por otra parte, el periódico Al-Youm el-Sabii informó de que al final de la ceremonia «el general Sami Anan entró en una sala VIP acompañado por el doctor Saad el-Katatni y la puerta de la sala se cerró tras ellos» (16). El mismo periódico publicó numerosas fotos del acontecimiento donde aparecen personalidades difíciles de imaginar juntas: el muftí de la República, personalidades salafistas, sufíes o procedentes de los Hermanos Musulmanes, exministros, hombres de negocios, etc.

Esta heterogénea reunión muestra hasta qué punto el ejército y los islamistas pueden cohabitar en «perfecta armonía» e indica que Sami Anan cultiva buenas relaciones con los Hermanos Musulmanes, como señalé antes. Su retirada, así como la de su superior, efectuada por Morsi, el presidente islamista, no puede interpretarse como una «destitución», sino más bien como un acuerdo entre las dos instituciones principales del escenario egipcio: el ejército y la Hermandad.

El ejército al rescate de Morsi

Al contrario de lo que pretenden en la actualidad, los islamistas no son «revolucionarios» de primera hora. Fueron muy escépticos al principio de las revueltas contra Mubarak y se unieron al movimiento de protesta muy tardíamente. Además, apenas unos meses después de la caída del presidente declararon su voluntad de alejarse del movimiento pro democrático nacido en la plaza Tahrir. Al comentar ese período, el profesor Stéphane Lacroix escribe: «Aunque fuesen aliados durante la revolución, los jóvenes revolucionarios y los Hermanos enseguida eligieron caminos distintos. Los Hermanos tomaron distancia con la calle y prefirieron dedicarse al juego político institucional. Hicieron como que tenían confianza en el proceso «transición» dirigido por el Consejo Superior del Ejército (CSFA) con el cual, recuperando sus costumbres de la época de Mubarak, no dudaron en negociar entre bambalinas» (17). Desde entonces se acusa habitualmente a los Hermanos de connivencia con los militares.

Ya en julio de 2011 (más de un año antes de la retirada de los dos altos oficiales del CSFA) Mohamed Badie, Mourchid de los Hermanos Musulmanes, mostraba el camino a los miembros de su cofradía. Tras los incidentes de la plaza Abbasiya que dejaron más de 300 heridos en las filas de los manifestantes pro democracia que deseaban entrar en el ministerio de Defensa, declaró: «defenderemos siempre al ejército y el ejército nos defenderá» (18).

Con la promulgación del decreto del 22 de noviembre de 2012, Morsi se adjudicaba poderes calificados de «faraónicos» por sus opositores. Siguieron las batallas entre los islamistas y la oposición liberal y de izquierda que causaron siete muertos y cientos de heridos. Los tanques reaparecieron en las calles de El Cairo y Morsi exige, por decreto, al ejército que garantice la seguridad del país. Le concede el derecho de arrestar a civiles, poder muy denostado por los «revolucionarios» en el período de transición post Mubarak. Reaparece pues el ejército en el primer plano político del país protegiendo a los islamistas y a sus órdenes, como predijo más de un año antes el Mourchid y evitando que el país caiga en el caos.

El Frente de Salvación Nacional (FSN), principal coalición de la oposición que agrupa a los movimientos de izquierda, los laicos y los liberales, se moviliza contra la deriva autocrática del presidente Morsi. La coalición también se opone con fuerza a la voluntad declarada del gobierno de forzar la escritura acelerada de la constitución por los islamistas y de organizar un referéndum constitucional en un plazo muy corto.

A la vista de esta peligrosa polarización de la sociedad egipcia, el ejército egipcio insta al gobierno islamista y a la oposición a dialogar. El portavoz del ejército declaró que si no había conversaciones Egipto tomaría «un camino oscuro que conduciría a un desastre», lo que la institución militar «no permitiría» (19).

Así, al contrario de lo que difundieron los medios «importantes» con ocasión de la aparente «destitución» de Tantaoui y Anan, esta decisión unilateral del ejército del país mostró hasta qué punto el ejército no está sometido al poder establecido y permanece siempre al timón del país. Incluso si el encuentro entre las dos partes finalmente no tuvo lugar, hay que señalar que el ejército no abandonó la idea de la reunión hasta después de asegurarse de que el FSN llamó a sus tropas a participar en el referéndum constitucional, lo que rebajó notablemente la tensión política en el país.

En definitiva, todo indica que la institución militar ha optado por trabajar con el grupo político más fuerte y más estructurado del panorama político egipcio, es decir, los Hermanos Musulmanes. Esta opción, muy probablemente, fue «alentada y aconsejada» por el gobierno estadounidense (20), que mantiene estrechas relaciones con ambas partes desde hace décadas.

Por lo tanto, la decisión de retirar al mariscal Tantaoui y al general Anan parece que se tomó conjuntamente, y de forma consensuada, por el ejército y el gobierno islamista de Morsi.

Según la oposición, la connivencia entre ambas instituciones es visible en el artículo 197 de la nueva constitución del país, en el cual el presupuesto del ejército no está realmente sometido a control, lo que permite seguir protegiendo los privilegios que disfrutaba el ejército con Mubarak (21).

El pasado 22 de diciembre, día de la última fase del referéndum sobre la constitución, Anne Patterson, la embajadora de Estados Unidos en El Cairo, visitó cierto número de colegios electorales de la capital egipcia. Al ver a la diplomática, los electores empezaron a corear «Islamiya, Islamiya» (Islámica, Islámica) (22), al considerar la visita de Patterson una injerencia estadounidense en los asuntos internos de su país. Esa animosidad popular contra la embajadora le obligó a dar la vuelta y a evitar algunos colegios «inhóspitos».

Una anécdota que muestra hasta qué punto la desconfianza del «pueblo llano» respecto a la omnipresencia estadounidense en Egipto (antes y después de la huida de Mubarak) contrasta singularmente con la calidad de las relaciones del ejército de Egipto y los Hermanos Musulmanes con la administración estadounidense.

En la mitología del antiguo Egipto, el dios «Ra» se transformaba en una enorme «ichneumon» (mangosta) para combatir a «Apofis» (serpiente gigante que personificaba el mal. En el Egipto actual, la mangosta y la cobra tienden a bailar juntas al son de la flauta de un gran encantador dotado de mucha destreza.

Pero parece que los espectadores no aprecian la música.

Ahmed Bensaada

ahmedbensaada.com

Texto original en francés : Égypte Morsi

Égypte : les Frères et la Grande Muette, 29 de Diciembre del 2012

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Notas: 

(1) Christophe Ayad, « Le président égyptien frappe l’armée à la tête »Le Monde, 13 de agosto de 2012.

(2) AFP, « En Égypte, Mohamed Morsi décore les généraux qu’il a limogés »Le Monde, 14 de agosto de 2012.

(3) AFP, « Un général égyptien justifie les “tests de virginité” sur des manifestantes », Le Point.fr, 26 de junio de 2011.

(4) Karim Kebir, « Morsi écarte l’armée du pouvoir », Liberté, 13 de agosto de 2012.

(5) Maghreb Intelligence, « Le général Anan, au chevet de l’Égypte », 3 de agosto de 2012.

(6) Essafir, « Morsi décore Sadate! », 4 de octubre de 2012.

(7) Alain Gresh, « Égypte, de la dictature militaire à la dictature religieuse? », Le Monde diplomatique, Noviembre 2012.

(8) Essafir, Op.Cit.

(9) Névine Ahmed, « Entre Nasser et Morsi, des jeunes si semblables… si différents! », Le Progrès Égyptien, 24 de julio de 2012.

(10) Bernard Lugan, « Irak, Libye, Syrie, Égypte et demain Iran. La stratégie du chaos », Metamag, 14 de diciembre de 2012.

(11) AFP, « Morsi promet d’agir pour faire libérer Omar Abdel-Rahman aux États-Unis », Romandie.com.

(12) David D. Kirkpatrick , « Egypt’s New Leader Takes Oath, Promising to Work for Release of Jailed Terrorist », The New York Times, 29 de junio de 2012.

(13) Jonathan Dienst , « Area Pols Condemn Egypt’s Next President for Supporting ’93 WTC Terrorist », NBC New York, 29 de junio de 2012.

(14) Andrew Cochran, « New Al Qaeda Tape Announces “Merger” With Egyptian Islamic Group, a.k.a. Gamaa Islamiya », Counter Terrorism Blog, 5 de agosto de 2006.

(15) Christophe Ayad, Géopolitique de l’Egypte, Complexe, Bruselas, 2002, 143 páginas. El párrafo citado en el artículo se puede consultar aquí.

(16) Mohamed Ahmed Tantaoui, « En photos: Le général Anan assiste au mariage du fils du général Mamdouh Chahine et rencontre l’ancien chef de l’assemblée du peuple Saad el-Katatni», El-Youm el-Sabii, 31 de agosto de 2012.

(17) Stéphane Lacroix, « L’Égypte, l’armée et les Frères », Le Monde, 25 de junio de 2012.

(18) Alexandre Buccianti, « Égypte: les Frères musulmans confirment leur rapprochement avec l’armée contre les révolutionnaires », RFI, 25 de julio de 2011.

(19) AFP, « L’armée égyptienne somme pouvoir et opposition de dialoguer », Libération, 8 de diciembre de 2012.

(20) Jacques Chastaing, « Égypte: la révolution et les islamistes », Culture & Révolution, 28 de septiembre de 2012.

(21) R.B., « Égypte pourquoi le projet de Constitution inquiète » Le Parisien.fr. 23 de diciembre de 2012.

(22) Bahjat Abou Deif, « Les électeurs scandent contre l’ambassadrice américaine “islamique … islamique” », El-Youm el-Sabii, 22 de diciembre de 2012.

 

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About the author:

Ahmed Bensaada est docteur en physique, enseignant, auteur et essayiste. Il est l'auteur de "Arabesque américaine : le rôle des États-Unis dans les révoltes de la rue arabe" (2011), premier livre publié sur le "printemps" arabe . Il est aussi coauteur de "La face cachée des révolutions arabes" (2012) et "Le développement économique de l'Algérie: expériences et perspectives" (2011). Ahmed Bensaada est aussi auteur de nombreux ouvrages pédagogiques pour l'enseignement des sciences. Il est lauréat, entre autres, du prix du Premier Ministre du Canada pour l'excellence dans l'enseignement. Contact: www.ahmedbensaada.com

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