Desigualdades acentúan desafíos para enfrentar crisis alimentaria
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó 15 tendencias y 10 desafíos que sus países miembros deberán tener en cuenta hoy para enfrentar la crisis alimentaria mundial.
Situaciones y retos en los que están presentes desigualdades sociales, crecientes presiones sobre los recursos naturales y los intensos efectos del cambio climático, como prolongadas sequías y desertificaciones, los cuales ponen en peligro la capacidad de la humanidad para alimentarse.
Uno de los mayores desafíos identificados por el organismo mundial es lograr una gobernanza nacional e internacional coherente y eficaz, con objetivos claros de desarrollo y el compromiso para alcanzarlos, del cual depende encontrar soluciones a otros problemas.
En su informe preparatorio del Marco Estratégico y el plan 2018-2021, la FAO insta a una mejora sostenible de la productividad agrícola para satisfacer la creciente demanda con el debido cuidado a los recursos naturales.
Abordar el cambio climático y la intensificación de las amenazas naturales, erradicar la pobreza extrema y reducir la desigualdad; acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición y hacer que los sistemas alimentarios sean más eficientes, inclusivos y resilientes, forman parte de los retos de la humanidad en las próximas décadas.
En el documento se señala, además, la necesidad de mejorar las oportunidades de ingresos en las zonas rurales y abordar las causas profundas de la migración; así como reforzar la capacidad de las personas para hacer frente a las crisis prolongadas, desastres y conflictos.
El escenario mundial exige cambios. Desde 1990 a nivel mundial el hambre y la pobreza extrema descendieron, pero aún unas 700 millones de personas, la mayoría de las zonas rurales, son extremadamente pobres.
De igual modo, bajó la tasa de subalimentación y mejoraron los niveles de nutrición y sanidad, pero sin embargo, aún cerca de 800 millones de personas padecen hambre crónica y otros dos mil millones tienen carencias de micronutrientes.
La pobreza generalizada obstaculiza los avances ante sistemas alimentarios de más alto coeficiente de capital, suministros e insumos concentrados en menos manos, y crecientes flujos migratorios, sobre todo de los hombres, hacia zonas urbanas, lo cual hace que la agricultura quede en manos de las mujeres.
Las crisis, conflictos y catástrofes naturales aumentan, son cada vez más peligrosos e impiden labrar la tierra y producir alimentos, en un ambiente donde prevalece la ausencia de servicios médicos y la protección social.
La FAO insiste en que no se puede producir a costa de la deforestación masiva, escasez de agua, agotamiento de los suelos y elevados niveles de emisiones de gases de efecto invernadero.
Propone, en tal sentido, establecer sistemas innovadores capaces de preservar los recursos naturales los cuales, a la vez, eleven la productividad con procesos transformadores y holísticos.
Estos incluyen la agroecología, la actividad agroforestal, la agricultura inteligente en función del clima y la agricultura de conservación, también basada en conocimientos tradicionales e indígenas.
La aplicación de los avances tecnológicos, reducciones drásticas del uso de combustibles fósiles en la agricultura y economía, ayudarían a enfrentar al cambio climático y los crecientes peligros naturales que dañan los ecosistemas y la vida humana son otras de las consideraciones de la institución.
Insiste, asimismo, en la urgencia de una mayor colaboración internacional para evitar surjan nuevas amenazas transfronterizas a los sistemas agrícolas y alimentarios, como plagas y enfermedades.
Las estrategias de crecimiento hacia los pobres deben asegurar el derecho a la tierra, participación en los mercados, inversiones agrícolas y otras medidas que les permitan generar ingresos, lo cual, junto a una adecuada protección social detendría sensiblemente las migraciones.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, demandó la víspera una respuesta urgente de la comunidad internacional para salvar a más de 20 millones de personas amenazadas por la hambruna en Sudán del Sur, Yemen, Somalia y Nigeria.
Una clara evidencia de las amenazas futuras si no se actúa a tiempo. El Cuerno Africano es apenas una pálida crónica de una crisis anunciada.
Silvia Martínez