CHILE : Cuando el neoliberalismo triunfante se agrieta

El 22 de septiembre del 2011 con traje oscuro, corbata violeta y camisa celeste, el presidente Sebastián Piñera sube a la tribuna de la asamblea general de la ONU. El jefe del gobierno chileno y exitoso empresario multimillonario muestra una amplia sonrisa. En estos tiempos de crisis del capitalismo, él reivindica una economía floreciente, con una tasa de crecimiento de más de un 6% del PIB (principios de 2011). Durante su breve discurso ante los principales jefes de Estado del planeta insiste, también, en el conflicto social relacionado con la educación que atraviesa su país desde hace varios meses: “la carrera por el desarrollo y la batalla por el futuro, debemos ganarla en las aulas”, afirmaba. Aseguró que su gobierno pretende “garantizar una educación para todos y una educación gratuita para todos los que la necesitan”. Y el hecho de que los jóvenes de Chile luchen valientemente incluso es una prueba de la buena salud de la democracia chilena, todos movilizados por “una noble causa, grande, bella que es la de dar una educación de calidad” al pueblo. Magia del verbo propia de un político… quién podría pensar que está escuchando al representante de una derecha dura, de regreso a la cabeza del Estado 20 años después del final de la dictadura militar (1989) y comprometida, a cualquier precio, en la continuidad de esta revolución capitalista impuesta a sangre y fuego sobre las cenizas de la Unidad Popular y el cadáver de Salvador Allende [1] . En lo más recóndito de los barrios populares, en el corazón de las innumerables marchas que agitan las ciudades del país, entre las decenas de colegios, liceos y universidades ocupadas, este discurso se recibe como una provocación más. El poder no comprende lo que subyace en la sociedad, o más bien intenta aparentar que no comprende. El día de esa intervención en la ONU, manifestaciones y coloridos desfiles mostraron a la Moneda [2] que el movimiento por una educación “gratuita pública y de calidad” no está muerto. En la tarde del 23 de septiembre Camila Vallejo, una de las dirigentes de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) subrayaba, con un cierto dejo de ironía, que el discurso del presidente estaba lleno de “contradicción, incoherencia e inconsistencia”, en el mismo momento en que Piñera se negaba a cualquier negociación seria y seguía desplegando todo un arsenal represivo [3] .

Un movimiento social por la educación de una amplitud histórica

Desde la primera marcha de los estudiantes universitarios y alumnos de educación secundaria, el 28 de abril de este año, las acciones colectivas no se han debilitado, más bien lo contrario [4] . Durante todo el mes de mayo, las expresiones del movimiento se han ido amplificando. El 12 de mayo en Valparaíso, mientras el presidente de la República presentaba, como todos los años, su balance anual ante la nación, decenas de miles de personas expresaban su rabia. Progresivamente, el descontento se amplifica y la popularidad de los indignados chilenos aumenta. El 30 de junio son 300.000 en las calles y 500.000 el 9 de agosto; jóvenes, viejos, clase media y capas populares, todos juntos. Uno de los puntos culminantes de esta escalada es la huelga nacional de los días 23 y 24 de octubre, convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y más de 80 organizaciones sindicales, protesta convocada contra las deplorables condiciones de trabajo, pero al mismo tiempo en apoyo de los estudiantes movilizados. Los repertorios de acciones colectivas utilizados han sido múltiples y a menudo muy originales. Además de las estrategias de intervención callejera tradicionales, el aspecto festivo y creativo es central en la contestación de la juventud: carnaval, maratón de besos, bailes y canciones originales, humor satírico, acciones espectáculo [5] . Pero encontramos también los instrumentos de protesta más clásicos: huelgas en las universidades, principalmente públicas, con apoyo del profesorado, multiplicación de las “tomas”, e incluso huelgas de hambre, llevadas a cabo por jóvenes estudiantes, que de esta forma buscan mostrar al mundo su determinación. Estamos frente a toda una generación que parece a contracorriente, que está alimentando la más importante lucha social desde las enormes jornadas de protesta de 1983 y 1984: una generación que no conoció la dictadura y que nació bajo los auspicios de la democratización neoliberal pactada.

Los estudiantes siempre han sido grandes protagonistas del movimiento social. Podemos remontarnos a los tiempos de los “actores secundarios” que se enfrentaron al régimen militar [6] . Las protestas actuales están indiscutiblemente conectadas a las experiencias adquiridas en 2011 (mochilazo) y a la llamada “rebelión de los pingüinos” de 2006. Esta última, de una gran fuerza, hizo temblar al gobierno de la socialista Bachelet y agrietó los cimientos del consenso político [7] . Los que se rebelan en 2011 son en parte los movilizados de 2006, y aprendieron el costo de las negociaciones sin futuro, la importancia del control de los voceros en las asambleas y la fuerza de la autogestión.

Pero, ¿por qué protestan estos estudiantes? Los problemas son numerosos, las reivindicaciones están claras: educación gratuita, pública y de calidad. “En la enseñanza secundaria, los estudiantes de liceos y colegios, quieren que sus establecimientos vuelvan a estar bajo control estatal, subraya un investigador. Desde la transferencia a control municipal en 1990, al final de la dictadura, la educación pública secundaria no ha dejado de declinar, en directo beneficio de los establecimientos privados y subvencionados. En la educación superior, el financiamiento de los estudios es particularmente problemático. Las universidades, públicas y privadas exigen el pago de una mensualidad cercana a los 300 euros [8] . De esta forma, la mayoría de los estudiantes deben recurrir a créditos para financiar sus estudios, sin saber con certeza si podrán reembolsarlos una vez integrados al mercado del trabajo (…) A lo que se suma que, a pesar de la existencia de una ley, aprobada durante la dictadura, que estipula que las universidades son instituciones sin fines de lucro, la gran mayoría ha puesto en marcha todo un entramado que les permite recabar las cuantiosas ganancias generadas” [9] . Herencia envenenada, posteriormente gestionada fielmente por la Concertación, coalición de socialistas y demócrata cristianos que gobernó al país desde 1990 hasta 2010 sin interrupción. Hasta el golpe de Estado de 1973, la educación pública chilena era conocida por su calidad y gratuidad. Actualmente menos del 25% del sistema educativo está financiado por el Estado, el resto lo asumen las familias de los estudiantes: el 70% de los estudiantes tiene que endeudarse y el 65% de ellos interrumpe sus estudios por razones financieras. Por cierto, el Estado chileno sólo dedica el 4,4% del producto interior bruto (PIB) a la educación, bien lejos del 7% recomendado por la UNESCO [10] . De hecho, encontramos la misma lógica en todos los campos sociales: salud, jubilaciones, transportes, medios de comunicación, etc.

La Concertación puede regocijarse del récord de impopularidad de Sebastián Piñera (sólo un 22% de aprobación). Según las encuestas más del 75% de la población apoya las reivindicaciones estudiantiles, manifestándose en los barrios a través de enormes conciertos de cacerolas (los llamados caceroleos), y paralelamente rechaza los 20 años de gestión socio-liberal, que no hizo sino reforzar el modelo económico. El mea culpa del presidente del partido Socialista, Osvaldo Andrade, reconociendo que “durante los 20 años de los gobiernos de la Concertación nosotros también, en muchas ocasiones, fuimos parte activa de esta política abusiva” no cambia mucho la situación.

Falsas negociaciones, juego de crédulos y criminalización de las luchas

En la derecha son numerosos los parlamentarios que se inquietan por la crisis de gobernabilidad. En el mes de julio Joaquín Lavín, el Ministro de Educación, también empresario de educación y dirigente de la Unión Demócrata Independiente (UDI [11] ) se vio obligado a dimitir. La turbación de las clases dominantes se refleja en las editoriales del periódico El Mercurio y en los artículos de intelectuales que hasta ahora se proclamaban liberales, incluso progresistas. Frente al regreso del espectro de la lucha de clases estos describen, como el historiador Alfredo Jocelyn-Holt, su “inasible malestar” y no vacilan en descalificar de manera violenta las acciones de protesta [12] .

La rebelión estudiantil devela igualmente la verdadera cara de la «nueva derecha» gubernamental, que no había llegado al gobierno a través de las urnas desde 1956 [13] . Durante semanas la única respuesta del ejecutivo fue la represión, con el apoyo de toda la maquinaria mediática. El «pinochetismo» aún se muestra a toda vela. El portavoz del gobierno Andrés Chadwick, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, designado por Pinochet en 1978, y el alcalde de la comuna de Santiago Pablo Zalaquett (UDI), hicieron declaraciones en las que afirmaban que los estudiantes no eran los dueños de La Alameda ( principal avenida de Santiago). Incluso este último sugirió la intervención de las fuerzas armadas para impedir las manifestaciones del 11 de septiembre, día de conmemoración del golpe de Estado. Otro ejemplo, misma cantinela: Cristián Labbé, alcalde de Providencia, comuna de la ciudad de Santiago, y ex miembro de la policía secreta de la dictadura, anunció que cerraría los liceos ocupados y planteó anular el año escolar con el objetivo de castigar a los movilizados. La represión por parte de los carabineros es permanente. Los heridos se cuentan por cientos y son miles los arrestados, incluso debemos lamentar la muerte de Manuel Gutiérrez, de 14 años, asesinado a tiros por la policía. En este contexto, una pequeña parte de los estudiantes ha escogido la autodefensa. En cada manifestación se produce una batalla campal, a pesar de las protestas de los organizadores, con barricadas, pedradas y cócteles molotov lanzados contra los carros blindados, gases lacrimógenos, armas de fuego y policía a caballo. Varios dirigentes del movimiento han sido amenazados, incluso de muerte, como es el caso de Camila Vallejos.

Frente a la potencia de une revuelta que no pierde fuerza, el 3 de septiembre el gobierno se vio obligado, finalmente, a hacer como si negociase, apostando al desgaste y las divisiones del movimiento. La revista A l’Encontre traza la cronología de este juego de crédulos. «Los dirigentes estudiantiles han hecho saber claramente que todas las proposiciones se someterían a la decisión de las asambleas que representan de manera efectiva a sus bases. De esta forma, con fecha de 8 de septiembre, la Confech anunciaba las condiciones para continuar las negociaciones. Estas son, de forma resumida, cuatro: 1° aplazar la fecha fijada por el ministerio para la renovación de las becas y créditos, instrumento de chantaje económico utilizado contra los estudiantes y uno de los instrumentos utilizados por el poder. 2° suspender el proceso de puesta a punto de las leyes que conciernen a la educación, leyes que el Parlamento debe presentar al ejecutivo. 3° las discusiones deben ser transparentes , lo que implica que se filmen, con el fin de que los ciudadanos puedan conocer las posiciones respectivas de los diversos actores de este conflicto. 4° la negociación debe apuntar a la cuestión central, es decir, la educación pública, gratuita, de calidad, democrática y sin lucro. El 15 de septiembre, el ministro de Educación, Felipe Bulnes, recusa dos condiciones: el no aplazamiento de la fecha del 7 de octubre para el cierre del semestre y rechaza la interrupción del procedimiento de puesta a punto de una ley sobre la educación. En cuanto a la publicidad de las negociaciones, Bulnes se limita a indicar que el proceso verbal de las discusiones se pondrá a disposición del público. El 15 de septiembre, el vicepresidente de la Confech, Francisco Figueroa, anuncia el rechazo a las proposiciones del ministro y señala que está prevista una movilización nacional para el 22 de septiembre. El 19 de septiembre el presidente Sebastián Piñera anuncia en la televisión pública que «70.000 estudiantes secundarios han perdido el año por haber paralizado las clases desde hace 4 meses. Una verdadera provocación» [14] . A pesar de todo, la movilización del 22 de septiembre logró reunir a casi 180.000 participantes. Y una semana después, 150.000 manifestantes desfilaban nuevamente. Este escenario de movilizaciones-crimiminalización-negocaciones en falso, se mantiene desde principios de octubre. Y cada vez, la capacidad de réplica de los estudiantes es impresionante y aclamada por varios sectores del movimiento social, comenzando por el Colegio de Profesores.

Una nueva estructura de oportunidades políticas para la transformación social

Según el PNUD, si bien en Chile se ha logrado disminuir la pobreza el país sigue figurando entre los más desiguales del planeta. Luego de la estrategia de shock impuesta por la dictadura (1973-1990) la sociedad chilena se vio sometida a los tormentos de una transición pactada. Durante los últimos 20 años de «democracia autoritaria» la sociedad, fragmentada y atomizada, parecía haber integrado en sus genes este modelo y sus instituciones: a pesar de las reformas, la Constitución de 1980 que consagra la teoría neoliberal del «rol subsidiario del Estado» sigue vigente. El parlamento está amarrado por un sistema electoral, llamado binominal, que asegura el reparto casi perfecto del poder entre la Concertación y la derecha. Paralelamente, el sector judicial, el mediático y el económico son bastiones del ultraliberalismo o de los conservadores.

De esta forma, algunos pensadores críticos d escriben la construcción de un neoliberalismo triunfante (Juan Carlos Gómez) o de un neoliberalismo maduro (Rafael Agacino) de larga duración, ampliamente estabilizado, entre otras cosas a través de los mecanismos de consumo a crédito, de una sociedad de espectáculo bajo el control de un duopolio mediático y gracias a la exclusión de las clases populares del espacio de participación política, de la polis . Una casta de profesionales pasa tranquilamente de la administración del Estado a la gestión de las empresas, todas vinculadas de una forma u otra a un puñado de familias (Matte, Luksic, Angellini o Paulman). Este orden social no excluye las explosiones sociales, pero torna bien complicado su potencial emancipador [15] . Sin embargo, como afirma el historiador Sergio Grez, es posible afirmar que el año 2011 quedará grabado como «el despertar de los movimientos sociales luego de más de dos decenios de letargo» [16] . Si retomamos la sociología de las políticas de conflicto, no hay duda de que gracias a las movilizaciones se ha abierto una estructura de oportunidad política aprovechada por una nueva generación, que de un conflicto en el campo de la educación ha logrado constituirse, en el curso de un brusco cambio de escala, en un actor ineludible de la escena política nacional [17] . ¿Cuáles son los factores que explican este salto cualitativo y cuantitativo? Podemos citar la situación económica de los estudiantes, durante un periodo de crecimiento profundamente desigual, donde el culto al éxito individual está en contradicción permanente con las condiciones de vida cotidiana de las grandes mayorias [18] . Más ampliamente la crisis de legitimidad del conjunto del sistema político juega plenamente, alimentada por las provocaciones del gobierno. Algunos de los principales dirigentes estudiantiles están, cierto, vinculados a organizaciones partidistas, como Camila Vallejo, figura altamente mediatizada y militante del partido comunista, o incluso Giorgio Jackson, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica y militante de la Concertación. De hecho, sectores disidentes de la Confech, en especial en provincias y organizaciones de alumnos de enseñanza secundaria, así como las franjas libertarias o trotskistas del movimiento, critican la voluntad del PC y de la Concertación de orientar el movimiento hacia una salida institucional. Pero globalmente la referencia a la horizontalidad, al rechazo de la instrumentalización y la importancia de las decisiones tomadas en asamblea, explican la duración y la dinámica autónoma de estas luchas.

Y un último elemento esencial: la convergencia de diferentes revueltas en la superficie lisa de un modelo de acumulación que hasta hoy parecía «triunfante». De hecho, la coyuntura actual se inscribe en un flujo más largo. Se ha ido produciendo una acumulación molecular de conflictos parciales y dispersos, con una aceleración desde 2006-2007 [19] . Recordemos las movilizaciones de los trabajadores, que se dan en un contexto de extrema precariedad y flexibilizacion [20] y con una CUT en parte cooptada por la Concertación. Recordemos también las luchas de los trabajadores del cobre, en particular los subcontratados (trabajadores de las empresas subcontratistas), quienes en el 2007 realizaron huelgas muy duras. En 2010, la dirección del trabajo reconoció la pérdida de 333.000 días de trabajo por motivos de huelgas en el sector privado, es decir un aumento de un 192% con respecto a 2000. En el sector público la magistratura, los trabajadores de la salud y los profesores se movilizan regularmente. También es el caso de los militantes que luchan contra las discriminaciones y por el derecho a la diversidad sexual (LGTB).

El ciclo de protestas tomó una dimensión insólita en febrero 2010 con el levantamiento de toda una región, la provincia austral de Magallanes, contra el alza del precio del gas natural. El gobierno tuvo que retroceder. Las recientes acciones de organizaciones ecologistas igualmente han logrado poner en jaque a la derecha. Fue el caso en agosto 2010, en Punta de Choros, contra el proyecto de construcción de una central termoeléctrica. Recientemente, el megaproyecto Hidroaysén, en la Patagonia chilena, logró que salieran a las calles más de 30.000 personas. Hay que mencionar también las luchas urbanas por la vivienda y el «derecho a la ciudad». Y, obviamente, la indomable resistencia del pueblo mapuche que en 2010 llegó a niveles récord, notablemente luego de la huelga de hambre de varios presos politicos [21] .

Uno de los desafíos para el movimiento social es lograr una «desectorización», más amplia aún, que permita articular todas las resistencias. Esta confluencia mostró su potencial durante las protestas del 21 de mayo. Progresivamente se ha ido imponiendo la comprensión de que la obtención de la gratuidad de la educación significa atacar frontalmente al capitalismo educativo. Los jóvenes saben que se enfrentan a los principios fundadores de la dictadura. Uno de sus eslóganes es: «y va caer, y va a caer la educación de Pinochet». Ahora la cuestión es la construcción de alternativas radicales y no sólo reformas de la herencia autoritaria [22] .

Bifurcaciones intempestivas y alternativas en marcha: ¿hacia una asamblea constituyente?

Bajo el impacto de esta movilización histórica, la sociedad chilena se ha «repolitizado» bruscamente, ha vuelto a ocupar la polis desierta al mismo tiempo que ocupaba las plazas publicas, las avenidas, los distintos espacios de educación . Se trata de una bifurcación intempestiva (una formula de Daniel Bensaid), que va a marcar los años venideros, «cuestionando las certezas, los valores, las normas, las instituciones y las maneras de hacer las cosas que parecían haber adquirido características “naturales” para millones de ciudadanas y ciudadanos sometidos a la hegemonía ideológica del neoliberalismo» [23] . Hoy en día, las cuestiones que emergen en las discusiones asamblearias y en los desfiles son la forma de cambiar la Constitución, la imperiosa necesidad de una asamblea constituyente, la urgencia de un plebiscito sobre la educación o la renacionalización del cobre [24] . La necesidad de abrir puertas y ventanas a una democratización real se hace presente. Por supuesto que el objetivo sigue siendo difícil de alcanzar, ya que no hay que subestimar las capacidades del gobierno para mantener el control. El movimiento está al borde del agotamiento luego de 5 meses de lucha y la represión es intensa. El final del año escolar se acerca y en el momento en que escribimos estas líneas no se atisba ningún avance concreto en el horizonte.

¿Cómo obtener, en lo inmediato, la gratuidad de la educación frente a la oligarquía en el poder? ¿Cómo imponer un proceso constituyente “por abajo”, democrático, con participación de los movimientos sociales, como el que se pudo construir recientemente en Bolivia, para derribar las instituciones del pinochetismo? Esto significa, en primer lugar, la construcción de una formidable relación de fuerza, que todavía no es concreta, pero está en vías de construcción. La ausencia significativa de luchas masivas de los trabajadores y las vacilaciones del movimiento sindical pesan enormemente. Ya que un vuelco en las relaciones de clase pasará necesariamente por una intervención consciente y decidida del movimiento obrero en el sentido amplio del término. Sin esto, los estudiantes están huérfanos de un motor esencial de la transformación social. Por otra parte, la agenda electoral e institucional puede revelarse como un arma de doble filo: las elecciones municipales en 2012 y las presidenciales y parlamentarias en 2013 van a empujar a las formaciones políticas a “surfear” sobre la ola de propulsión del movimiento estudiantil, a menudo para intentar canalizar, pero también -en la derecha- para movilizar al electorado conservador.

El desafío para la juventud movilizada, en este nuevo ciclo, es arrancar a corto plazo reformas estructurales sobre la base de sus propias reivindicaciones (como la gratuidad) preparando a la vez las próximas acciones a favor de una asamblea constituyente con los otros sectores en lucha. Los proyectos de ley del gobierno no responden en ningún caso a las problemáticas que atañen a la calidad, la municipalización y la mercantilización de la educación primaria, secundaria y universitaria. Es importante evitar un final de movilización desmoralizador y por lo tanto es importante trazar perspectivas. A mediano plazo, la cuestión planteada es la construcción de una alternativa política que todavía no existe en el país [25] . Si la horizontalidad, las experiencias locales y territoriales, la práctica autogestionaria son fuerzas vitales que deben cultivarse, éstas no reemplazan la indispensable edificación colectiva de un instrumento político, totalmente independiente de la Concertación y de sus satélites. Una herramienta capaz de federar las resistencias dispersas y las clases populares movilizadas en torno a un proyecto anticapitalista, latinoamericanista y ecosocialista coherente.

¿El camino todavía parece largo?, es cierto. Pero la dinámica en curso acaba de trazar horizontes de posibilidades que hace 6 meses parecían insospechadas en Chile. En la vieja Europa, los indignados de varios países inventan y experimentan contra la austeridad y la arrogancia de los poderosos. Mientras la mercantilización de la educación está en curso en toda la Unión Europea, el ejemplo chileno puede dar argumentos a las y los que se oponen. En el mundo árabe los procesos revolucionarios intentan profundizar sus conquistas. La juventud que se ha rebelado también responde indirectamente a este eco lejano. Y sobre todo, el “largo mayo chileno” (en referencia al mayo 68 francés) se entronca con las rebeliones populares que recorren desde hace diez años América Latina. Hoy en día los estudiantes de Argentina, México y Colombia siguen el ejemplo de las movilizaciones de Santiago. Por fin parece que Chile ha encontrado el impulso de cambios de los pueblos hermanos que se encuentran al otro lado de los Andes.

Notas

[1] Para continuar este análisis sobre revolución capitalista y neoconservadora : Manuel Gárate , La “Révolution économique” au Chili. A la recherche de l’utopie néoconservatrice 1973-2003 , Tesis doctoral de Historia y Civilización, EHESS, Paris, 2010 (en línea : http://tel.archives-ouvertes.fr).

[2] Palacio de gobierno situado en Santiago.

[3] “El discurso de Piñera en la ONU y el movimiento estudiantil”, Elmostrador.cl , 23 de septiembre de 2011.

[4] Para un análisis múltiple del movimiento remitimos a los artículos que hemos reunido con Mario Amorós en el dossier Lecciones de la rebelión estudiantil (www.rebelion.org/apartado.ph…).

[5] Ver por ejemplo, el “thriller de la educación” que parodia un clásico de Mickael Jackson: www.youtube.com/watch?v=tR12…

[6] Ver el documental de Pachi Bustos, Jorge Leiva, Marcela Betancourt y René Varas: Actores secundarios, (80 min, 2004).

[7] Ver el documental de Simón Bergman: La Rebelión de los Pingüinos, (23 min, 2007).

[8] el salario mínimo en Chile es de 280 euros mensuales.

[9] A. Maillet, “Les indignés chiliens”, Opalc.org , 17 agosto 2011.

[10] V. De La Fuente, “Terminar (verdaderamente) con la era Pinochet”, www.lemondediplomatique.cl/A…, 24 agosto 2011.

[11] Partido político de extrema derecha, cercano al Opus Dei, primera fuerza política del Parlamento y en el gobierno actual.

[12] Ver la respuesta de S. Grez en: “¿Inasible malestar?”, The Clinic, N°413, Santiago, 29 de septiembre de 2011.

[13] Ver : F. Gaudichaud, “Botella nuevas, vino viejo”, Le Monde Diplomatique, mai 2011, www.rebelion.org/noticia.php… y “Estrategia del Shock y regredo de los Chicago boys”, Viento Sur, Paris, julio de 2010, www.rebelion.org/noticia.php….

[14] http://alencontre.org/ameriques/ame….

[15] JC. Gómez Leyton, ” Protesta social y política en una sociedad neoliberal triunfante”, Observatorio Social de América Latina, año VII, N° 20, CLACSO, Argentina, 2006.

[16] S. Grez, “Un nuevo amanecer de los movimientos sociales en Chile”, The Clinic , Nº 409, Santiago, 1 de septiembre de 2011 .

[17] C. Tilly et S. Tarrow, Politique(s) du conflit. De la grève à la révolution , Presses de SciencesPo, París, 2008.

[18] E. Barozet, “De la démobilisation au réinvestissement local. Mouvements sociaux locaux et territoires au Chili”, Cahiers des Amériques latines , N° 66, 2011 y C. Pulgar, ” La revolución en el Chile del 2011 y el movimiento social por la educación”, www.le monde diplomatique.cl , septiembre 2011.

[19] E. Barozet, “De la démobilisation au réinvestissement local. Mouvements sociaux locaux et territoires au Chili”, Cahiers des Amériques latines , N° 66, 2011 y C. Pulgar, ” La revolución en el Chile del 2011 y el movimiento social por la educación”, www.le monde diplomatique.cl , septiembre 2011.

[20] El código del trabajo actual es una herencia de la dictadura. Sólo el 5,9% de los trabajadores (2009) están bajo el régimen de un contrato colectivo.

[21] Consultar los artículos que hemos reunido con Mario Amorós en el dossier Pueblo Mapuche : www.rebelion.org/apartado.ph….

[22] R. Agacino, “Anticipando el futuro”, Rebelion.org , 1 septiembre 2011 y J. Massardo, “La significación histórica del movimiento estudiantil”, Rebelion.org , 25 agosto 2011.

[23] S. Grez, “Un nuevo amanecer de los movimientos sociales en Chile”, Op. Cit . Ver también : P. Mouterde, “En plein hiver chilien : les promesses d’un printemps social et politique”, Alainet.org , 29 agosto 2011.

[24] Chile posee las mayores reservas de cobre mundiales, este recurso esta hoy en día mayoritariamente en manos de concesiones extranjeras. Ver el sitio del Comité por la defensa y la recuperación del Cobre, www.defensadelcobre.cl .

[25] La alternativa ausente”, Editorial de la revista Punto Final , Nº 743, 30 septiembre 2011. www.puntofinal.cl/742/editor…


Articles by: Franck Gaudichaud

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