¡Bienvenido a casa ISIS! El plan de la administración de Obama para reintegrar a los combatientes terroristas extranjeros

A menudo las denuncias de apoyo de los Estados Unidos a los terroristas pseudoislamistas en todo el mundo caen en oídos sordos y son desestimadas como divagaciones enloquecidas de los sostenedores de teorías conspirativas.

Según muchos estudiosos, entre ellos Noam Chomsky y Michel Chossudovsky, los Estados Unidos tienen una larga y bien documentada historia de apoyar a genocidas en todo mundo, secreta y abiertamente.

Como han informado gran cantidad de investigadores, el gobierno de los Estados Unidos ha apoyado a dictadores militares genocidas en todo el planeta así como a un amplio rango de extremistas violentos, entre los que se cuentan los escuadrones de la muerte en América Latina y los terroristas del MKO (Organización de los “Combatientes del Pueblo”) en Irán. Del mismo modo, se denuncia que apoyaron distintos tipos de agresiones en otras partes del mundo.

Se ha informado ampliamente del apoyo de los Estados Unidos a los Muyahidin, a al-Qaeda y al principio a los talibanes, al igual que del apoyo a los terroristas internacionalistas que derrocaron Gadafi y a quienes hicieron todo lo posible por aniquilar a Irak y Siria.

A pesar del claro peligro que representan para el mundo occidental los llamados islamistas radicalizados (terroristas), los analistas de inteligencia informan que la administración estadounidense ha seguido valiéndose de ellos como “útiles herramientas geopolíticas” para debilitar y desestabilizar estados-naciones.

Parecía que el gobierno de Estados Unidos finalmente adoptaría una postura moral en contra del ISIS por medio de la resolución Fortenberry del 15 de marzo de 2016 y que acusaría al grupo terrorista de responsable de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Pero nada indicaba que tuviese la intención de procesar a los terroristas que regresasen.

El Director del FBI James Comey dijo en una entrevista con “60 minutos” el 07 de octubre de 2014 que los ciudadanos estadounidenses que están luchando junto al ISIS tienen “derecho” a volver a los Estados Unidos. Tal posición, sin embargo, viola de manera flagrante el Código de Estados Unidos, sección 1481, el cual establece:

El ciudadano de los Estados Unidos, por nacimiento o por naturalización, perderá su nacionalidad si realiza voluntariamente cualquiera de los siguientes actos:… (3) entrar en las fuerzas armadas de un estado extranjero o servir en el mismo en el caso de que (A) esas fuerzas armadas se involucren en enfrentamientos contra los Estados Unidos, o… (7) cometan cualquier acto de traición en su contra, o intenten por la fuerza o de manera armada acabar con los Estados Unidos,…, o hacerle la guerra a los Estados Unidos, siempre y cuando sea declarado culpable por una corte marcial o un tribunal de jurisdicción competente.

Además, la ley actual de Estados Unidos también declara que es un crimen proporcionar apoyo material a una organización terrorista, lo cual incluye unirse o intentar unirse a un grupo terrorista. Por último, la Ley de Neutralidad de los Estados Unidos también considera un crimen que los ciudadanos norteamericanos o residentes luchen en contra de un gobierno con el que Estados Unidos no está oficialmente en guerra.

Sin embargo, la ley no se aplicó bajo la administración Obama. En lugar de detener, enjuiciar y castigar a los criminales de guerra y traidores, James Comey, el Director del FBI, informó que los terroristas del ISIS que regresasen, solamente serán “seguidos”. De hecho, el 13 de noviembre de 2015, el FBI admitió que estaba ocupado en el control de unas 1.000 investigaciones que involucran a miembros, simpatizantes y partidarios del ISIS en suelo estadounidense. Por lo general, sin embargo, ya sea en Europa o Estados Unidos, recién nos enteramos que una persona estuvo “bajo vigilancia” después de cometer asesinatos en masa.

El 22 de septiembre de 2014 el Presidente Obama admitió que combatientes estadounidenses en el ISIS habían regresado a los Estados Unidos. En lugar de detenerlos, imputarlos y condenarlos, dijo que eran seguidos muy de cerca. Es lo mismo que decirle a los padres que el estado, simplemente, vigila de cerca a los pedófilos violentos y a los depravados sexuales en vez de imputarlos o hacerles pagar sus crímenes.

El Instituto Brookings publicó un artículo de Daniel L. Byman y Jeremy Shapiro el 30 de septiembre de 2014 en el que se sostiene que “el peligro que plantea el retorno de los combatientes es conocido y razonable”.

Un informe político titulado “El Retorno de Combatientes Extranjeros” fue publicado por el Instituto Brooking el 15 de agosto de 2015. Debatía a favor de la reintegración de los combatientes extranjeros en contraposición a su criminalización.

El Departamento de Estado y la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) publicaron en Mayo de 2016 su “Estrategia Conjunta en la Lucha Contra el Extremismo Violento”, la cual llama a la “rehabilitación y la reinserción” de los radicales extremistas violentos “en la sociedad”.

Peter Bergen, Courtney Schuster y David Sterman describen en un estudio titulado “El ISIS en Occidente”, publicado por la Fundación New America en Noviembre de 2015 y actualizado el 22 de marzo de 2016, que la amenaza que representaba retornar a los terroristas era “escasa y en todo caso… manejable”.

Al parecer, el gobierno de Estados Unidos también tuvo sus musulmanes pro Obama que apoyaban el plan suicida de reintegrar a los combatientes terroristas que regresasen.

Humera Khan, Director Ejecutivo de “Muflehun” –think tank especializado en prevención de la radicalización y lucha contra el extremismo violento–, propone cuatro estrategias que se entrecruzan para luchar contra las posiciones radicalizadas:

prevención de las actuaciones extremistas, trabajar con las personas que hayan radicalizado, interdicción o detección y procesamiento de quienes caigan en conductas delictivas y reinserción en la sociedad de los delincuentes que en prisión hayan cumplido los plazos de su condena o regresen de zonas de conflicto.

Mientras que las personas razonables están de acuerdo con la prevención e intervención, la idea de rehabilitar a los terroristas culpables de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, es moral y éticamente inaceptable.

Una cosa es que un joven ingenuo o idealista –a quien le lavaron el cerebro algunos salafistas/wahabitas/takfiristas manipuladores– vaya a Siria, observe que le han mentido, se dé cuenta de que el estado “islámico” es realmente un estado “satánico”, se arrepienta, vuelva casa y repare su error. Jóvenes así podrían, eventualmente, abandonar completamente las ideas extremistas y servir para evitar la radicalización de otros.

Otra cosa distinta es retornar al mundo occidental (sin más ni más) a una persona totalmente consciente de las acciones criminales del ISIS, al que se unió con entusiasmo para torturar, mutilar y asesinar a la gente; decapitar a los bebés; exterminar a los cristianos, a los shiitas, a los sufíes, a los sunitas tradicionales y a los kurdos. Y a las mujeres, violarlas, esclavizarlas y hacer un negocio sexual con ellas.

A pesar de que la administración Obama respalda la resolución Fortenberry y halla culpable al ISIS de crímenes de guerra, genocidio y crímenes contra la humanidad, no se propuso para nada llevar a los terroristas del ISIS a los estrados judiciales, en el país o en el extranjero.

Al igual que los gobiernos europeos, que creen que enjuiciar a los terroristas que regresen es “inviable” y “difícil”, el gobierno estadounidense sostiene que el Tribunal Internacional de los Derechos Humanos no tiene competencia sobre Siria e Irak. Irónicamente, el gobierno de Estados Unidos no tiene reparos en lo que hace a la cuestión de competencia cuando se trata de atacar, bombardear, invadir y ocupar naciones soberanas.

A través de declaraciones de funcionarios gubernamentales, recomendaciones de los grupos de reflexión, así como informes de una serie de fuentes cercanas a la Casa Blanca, la política de los Estados Unidos con Obama fue no arrestar y enjuiciar a los combatientes del ISIS que regresasen a los Estados Unidos, sino intentar “reinsertarlos” en la sociedad norteamericana, poniendo así en peligro a todos los estadounidenses. Primero los cubanos exiliados, a continuación los Contras y ahora esto.

La misma política se vino aplicando en Arabia Saudita durante algún tiempo, mediante la cual los terroristas son “reeducados” para que vean a tal o cual gobierno extranjero como el enemigo y objeto de su “jihad” contra los infieles y no al propio régimen saudita. Tal política tuvo poco éxito.

La administración Obama, al adoptar la “Estrategia Conjunta en la Lucha Contra el Extremismo Violento”, reveló una visión increíblemente ingenua respecto a la amenaza que representan los terroristas takfiristas para Occidente. En verdad, permite que se sospeche que la “reintegración” puede ser parte de la oferta que los Estados Unidos hicieron a algunos combatientes del ISIS, a tráves de una especie de paquete de jubilación o de pase a cuarteles de invierno a esos elementos considerados valiosos, para disponer de ellos en posibles acciones futuras. Y los agentes federales pueden temer que si no cumplen con dicha negociación el ISIS responderá con ataques a gran escala dentro de los Estados Unidos.

Los lectores, indudablemente, deben recurrir a “Políticas de Contrainsurgencia de la Escuela Superior de Guerra de EEUU” y a “Escuadrones de la Muerte en el Salvador”, ya que parece que el plan de Estados Unidos para el ISIS puede incorporar elementos de los modelos que se utilizaron con los escuadrones de la muerte y los Contras. La GRAN DIFERENCIA aquí es que los escuadrones de la muerte y los Contras no declararon la guerra a los Estados Unidos, lo que haría que lo del ISIS sea el mayor desastre de política exterior en la historia de Estados Unidos.

Todos los estadounidenses deben tomar conciencia de que tales políticas fueron propuestas y que incluso fueron implementadas. La Cámara de Representantes de EEUU declaró por unanimidad en Marzo de 2016 que las acciones del ISIS eran genocidio. El Secretario de Estado John Kerry se hizo eco de ello. Sin embargo, parece que el plan no es arrestar a esos criminales de guerra, procesarlos y enviarlos a Guantánamo, sino intentar reintegrarlos a la sociedad, quizás luego de unas cortas “vacaciones”.

Todavía estamos buscando y castigando a los últimos nazis con más de 90 años pero no consideramos que las acciones del ISIS, por cierto, poseen un salvajismo que ni a los nazis se les hubiese ocurrido. A cualquiera que piense que un joven terrorista con la sangre todavía húmeda y fragante en sus manos representa una amenaza menor a la de esos nazis para la sociedad de Estados Unidos, se lo debería someter a un estudio psiquiátrico. ¿Perdieron efecto las leyes que sancionan la traición? Parece que sí.

Si bien la Casa Blanca de Obama aparenta haber perdido la cordura, parecería que las Naciones Unidas aún tienen la cabeza sobre sus hombros. Contrariamente al gobierno de los Estados Unidos, que minimiza el peligro, la ONU informó recientemente que los combatientes terroristas extranjeros “representan una significativa y evolucionada” amenaza global.

El gobierno de Estados Unidos bajo Obama sigue viviendo en “la ciudad de las estrellas”, instando a las comunidades musulmanas que ayuden a reintegrar y rehabilitar a los combatientes del ISIS que ingresen a EEUU. La consigna de la administración (de Obama) podría ser ¡bienvenidos a casa los del ISIS!

Las cosas indicarían que con la elección de Donald Trump el péndulo se corrió de una política de complicidad con los terroristas del ISIS –en tanto supuestamente los combaten–, a otra de expulsarlos, con el apoyo de Vladimir Putin, quien dejó de ser un enemigo para convertirse repentinamente en un aliado indispensable.

Guerra Atómica con Rusia

Aunque la derrota de Hillary pueda ser decepcionante para la mitad de la población de Estados Unidos, parecería que evitó una guerra atómica con Rusia y China. La política Obama-Clinton de enemistad con Rusia y China estaba jugando con fuego atómico. La amenaza de Hillary de imponer una zona de exclusión aérea sobre Siria y su disposición a derribar aviones rusos, podría haber llevado a un conflicto de proporciones catastróficas.

La mayor acumulación de bombarderos nucleares en Diego García –una base militar norteamericana en el Océano Índico–, la prohibición de vuelos sobre los silos de armas atómicas de Montana y el movimiento de recarga de los tanques de combustible de los aviones en Oriente Medio, también fueron signos ominosos en octubre de 2016.

Aunque el gobierno de EEUU desestimó en gran medida o totalmente la información, los rusos organizaron en Octubre de este año simulacros de ataques atómicos con 40 millones de ciudadanos. En el mismo mes, Putin pidió a los estudiantes rusos, a los funcionarios y a sus parientes que regresasen a “la Patria”. Estas acciones sin precedentes coincidieron con la actualización del Sistema de Alerta DEFCON (Condición de Defensa) a Nivel 3.

Dicho sistema tiene cinco niveles diferentes. El nivel 1indica la previsión de un ataque atómico inminente. Para poner las cosas en perspectiva, la última vez que la alerta llegó a un punto tan crítico fue el 11 de septiembre de 2001. Durante la crisis de los misiles cubanos, las fuerzas armadas estadounidenses ordenaron DEFCON 3 mientras que el comando aéreo estratégico ordenó DEFCON 2.

Si bien la mayoría de los habitantes del planeta tierra no se enteraron, es obvio que el mundo estuvo al borde de una guerra atómica en octubre de 2016. Tampoco percibieron que ese riesgo se relacionaba directamente con la posible elección de H. Clinton. Hillary no solamente tenía la intención de continuar la fallida política exterior de su predecesor sino que pretendía asumir una postura más beligerante.

Mientras que gran cantidad de personas se asombraron por la elección de Donald Trump y muchos estaban convencidos de que el mundo llegaría a su fin, no se dieron cuenta que el nivel de alerta DEFCON inmediatamente pasó de 3 a 5, es decir, “actualmente no existe ninguna amenaza nuclear inminente contra los Estados Unidos”. En otras palabras, el mundo casi llegó a su fin: no por el triunfo de Trump sino debido a H. Clinton.

Si bien es cierto que el sistema de alerta DEFCON “no está vinculado con ninguna agencia del gobierno… y no representa el estado de alerta de ningún sector militar”, sirve como barómetro que mide el riesgo de una guerra nuclear que involucra a los Estados Unidos. Esta opinión surge de la información pública disponible y de datos de agencias civiles y militares.

Como Presidente electo, el primer logro de Donald Trump fue salvar al planeta de la catástrofe atómica. El segundo logro fue su promesa de cesar todo apoyo de Estados Unidos a los terroristas que operan en Siria, Iraq y más allá. Y esperamos y rogamos que en su razonable reajuste de la política exterior y visión multipolar del mundo, en lugar de traer a casa a los ex combatientes del ISIS envíe a esos takfiristas terroristas a su hogar permanente en el Infierno.

Así como he criticado al Sr. Trump por todas las declaraciones escandalosas que hizo y las políticas inauditas propuestas y así como voy a seguir denunciando cualquier declaración que realice o acciones que emprenda que violen la Constitución de los Estados Unidos, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención de Ginebra y el derecho internacional, alabaré y apoyaré cualquier esfuerzo positivo de su parte.

El señor Trump nos promete, como Presidente: 1) que el imperialismo y excepcionalismo norteamericano serán parte del pasado; 2) que Estados Unidos no empleará a los terroristas “islamistas” como parte de acciones militares abiertas y/o encubiertas contra naciones soberanas; 3) que se eliminarán los planes para reintegrar y rehabilitar a los combatientes terroristas que regresen y que esos criminales de guerra serán llevados ante la justicia; y, finalmente, 4) que no se considerará la existencia de musulmanes “moderados” y “extremistas” sino de musulmanes verdaderos y falsos. Si Trump cumple con estas cuatro promesas, tranquilizará en gran medida a la comunidad musulmana estadounidense, desalentará la islamofobia y reducirá los crímenes por odio que afecta a los musulmanes.

Señor presidente electo Trump, es el momento de actuar como tal y serlo para todos los estadounidenses, incluidos nosotros, los millones de musulmanes orgullosos de ser ciudadanos de esta gran nación.

Dr. John Andrew Morrow

Dr. John Andrew Morrow: Autor de “Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo” y Director de “Iniciativa de los Pactos”, un movimiento internacional dedicado a la protección de los cristianos perseguidos así como de los shiitas, sufíes sunitas tradicionales y yazidíes. Sus sitos en la web incluyen www.covenantsoftheprophet.com y www.johnandrewmorrow.com Su cuenta de Twitter es @drjamorrow. También se lo puede seguir en Facebook: @johnandrewmorrow y @covenantsoftheprophet.

Artículo original en inglés, disponible aquí


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