Insurrección e intervención militar en Libia

Estados Unidos y la OTAN están apoyando una insurrección armada en el Este de Libia, tratando de justificar su intervención como “intervención humanitaria”.

Este no es un movimiento de protesta no violento como en Egipto y en Túnez. Las condiciones en Libia son completamente diferentes. La insurgencia armada en el Este de Libia está directamente apoyada por potencias extranjeras. La insurrección en Bengasi enarboló inmediatamente la bandera roja, negra y verde con la media luna y la estrella: la bandera de la monarquía del Rey Idris, que simbolizaba el dominio de los antiguos poderes coloniales. (Véase Manlio Dinucci: Libya-When historial memory is erased”, Global Research, 28 febrero 2011).

Las fuerzas especiales y los asesores de la OTAN están ya sobre el terreno. La operación se planeó para hacerla coincidir con el movimiento de protesta en los países árabes vecinos, haciéndosele creer a la opinión pública que el movimiento de protesta se había extendido de forma espontánea a Libia desde Túnez y Egipto. 

La administración de Obama, en consultas con sus aliados, está propiciando una rebelión armada, es decir, un intento de golpe de estado:

    “La administración Obama está preparada para ofrecer “cualquier tipo de ayuda” a los libios que tratan de derrocar a Moammar Gadafi. Estamos tendiendo la mano a muchos libios que están intentando organizarse en el este, y cuando la revolución se extienda hacia el oeste, también allí”, dijo la Secretaria de Estado Hillary Clinton el 27 de febrero. “Creo que es demasiado pronto para poder decir cómo se va a desarrollar la situación, pero vamos a estar preparados para ofrecer cualquier tipo de ayuda que cualquiera pueda necesitar de Estados Unidos”. Se están llevando a cabo esfuerzos para formar un gobierno provisional en la parte oriental del país, donde empezó la rebelión a mediados del pasado mes.

    EEUU amenaza con adoptar más medidas contra el gobierno de Gadafi, pero no dijo cuáles eran ni cuándo iban a anunciarse, según Clinton.

    “EEUU debería reconocer al gobierno provisional que se está ya tratando de instaurar” [McCain].

    Lieberman se despachó en términos similares, instando a proporcionar “apoyo tangible, una zona de exclusión aérea, reconocimiento del gobierno revolucionario y prestar apoyo a los ciudadanos con ayuda humanitaria, aunque yo les proporcionaría armas”.

La planeada invasion

EEUU y la OTAN están ahora considerando una invasión militar de sus fuerzas bajo un “mandato humanitario”.

    “EEUU está enviando fuerzas navales y aéreas a la región en preparación de todas las opciones posibles en el enfrentamiento con Libia”, anunció el 1 de marzo el portavoz del Pentágono, Coronel Dave Lapan del cuerpo de marines. Dijo después que “fue el Presidente Obama el que pidió al ejército que se preparase para esas opciones ‘porque la situación en Libia iba a peor’” (Manlio Dinucci, “Operation Libya: The Pentagon is “Repositioning” its Naval and Air Forces…”, Global Research, 3 marzo de 2011, énfasis añadido)

El objeto real de la “Operación Libia” no es establecer la democracia sino tomar posesión de las reservas de petróleo de Libia, desestabilizar la National Oil Corporation (NOC) y, finalmente, privatizar la industria petrolera del país, es decir, transferir el control y propiedad de la riqueza petrolera de Libia a manos extranjeras. La National Oil Corporation se sitúa en el puesto 25 entre las 100 compañías petroleras más importantes del mundo. (The Energy Intelligence ranks NOC 25 among the world’s Top 100 companies”, Libyaonline.com.)

Libia está entre las mayores economías petroleras del mundo, con aproximadamente el 3,5% de las reservas globales de petróleo, más de dos veces las de EEUU (para más detalles, véase en breve la parte II de este artículo, que se llamará: “Operación Libia” y la batalla por el petróleo).

La planificada invasión de Libia, que está ya en marcha, forma parte de la más amplia “Batalla por el Petróleo”. Cerca del 80% de las reservas de petróleo de Libia se localizan en la meseta del Golfo de Sirte, al este de Libia. (Véase mapa al final)

Los supuestos estratégicos tras la “Operación Libia” son reminiscencia de las anteriores empresas militares de EEUU y la OTAN en Yugoslavia e Iraq.

En Yugoslavia, las fuerzas de EEUU y la OTAN desencadenaron una guerra civil. El objetivo era crear divisiones étnicas y políticas que finalmente llevaron al desmembramiento de todo un país. Ese objetivo se consiguió mediante la financiación y entrenamiento secretos de ejércitos paramilitares armados, primero en Bosnia (Ejército Musulmán Bosnio, 1991-95) y seguidamente en Kosovo (Ejército de Liberación de Kosovo -KLA, por sus siglas en inglés-, 1998-99). Tanto en Kosovo como en Bosnia, la desinformación llevada a cabo por los medios (incluyendo mentiras e invenciones) se utilizaron para apoyar las proclamas de EEUU y la UE de que el gobierno de Belgrado había cometido atrocidades, justificando así una intervención militar en función de razones humanitarias.

Irónicamente, la “Operación Yugoslavia” está ahora en labios de los políticos estadounidenses: el Senador Lieberman ha “comparado la situación en Libia con los acontecimientos en los Balcanes en la década de 1990, cuando dijo que EEUU ‘había intervenido para detener un genocidio contra los bosnios’. Y lo primero que hicimos fue proporcionarles armas para que se defendieran. Esto es lo que creo que deberíamos hacer en Libia”. (“Clinton: US Ready to aid to Libyan opposition”, Associated Press, 27 febrero 2011, énfasis añadido).

Esta opción está en marcha ya. La invasión de Libia ha dado comienzo.

    “Cientos de asesores militares estadounidenses, británicos y franceses están ya en Cirenaica, la provincia separatista oriental de Libia… Los asesores, incluyendo oficiales de inteligencia, llegaron desde barcos de guerra y buques con misiles hasta las ciudades costeras de Bengasi y Tobruk” (DEBKAfile, “US military advisers in Cyrenaica”, 25 febrero 2011).

Las fuerzas especiales de EEUU y los aliados están sobre el terreno en el este de Libia, proporcionando apoyo secreto a los rebeldes. Esto se reconoció tras arrestarse a comandos de Fuerzas Especiales SAS británicas en la región de Bengasi. Estaban actuando como asesores militares de las fuerzas de oposición:

    “Ocho comandos de las fuerzas especiales británicas, en misión secreta e intentando poner en contacto a diplomáticos británicos con los principales opositores al Coronel Gadafi en Libia, acabaron humillados tras ser detenidos por fuerzas rebeldes al este de Libia”, informaba hoy el Sunday Times.

Las fuerzas de los SAS fueron arrestadas cuando escoltan a una “misión diplomática” británica que había entrado ilegalmente en el país (sin duda alguna desde un buque de guerra británico) para mantener conversaciones con los dirigentes de la rebelión. El Foreign Office británico admitió “haber enviado al este de Libia a un pequeño equipo para iniciar contactos con la oposición que apoya a los rebeldes”. (“UK diplomatic team leaves Libya”, World – CBC News, 6 marzo 2011).

Para colmo de ironías, las informaciones no sólo confirman la intervención militar occidental (incluyendo varios cientos de fuerzas especiales), sino que reconocen que la rebelión se opone firmemente a la presencia ilegal de tropas extranjeras sobre suelo libio:

    “La intervención de las SAS indignó a los dirigentes de la oposición libia que ordenaron que se encerrara a los soldados en una base militar. Los opositores a Gadafi temen que éste pueda utilizar cualquier prueba de interferencias militares occidentales para reunir apoyos patrióticos hacia su régimen.” (Reuters, 6 marzo 2011).

El “diplomático” británico capturado con siete soldados de las fuerzas especiales era un miembro de la inteligencia británica, un agente del MI6 en “misión secreta” (The Sun, 7 marzo 2011).

Los comunicados de la OTAN han confirmado que estaban suministrando armas a las fuerzas de la oposición. Hay indicios, aunque no pruebas claras hasta ahora, de que se entregaron armas a los insurgentes antes de la embestida de los rebeldes. Es más que probable que también hubiera sobre el terreno asesores de inteligencia y del ejército de EEUU y la OTAN previamente a que los insurgentes dieran comienzo a su ofensiva. Esa fue la pauta aplicada en Kosovo: fuerzas especiales apoyando y entrenando al Ejército de Liberación de Kosovo en los meses anteriores a la campaña de bombardeos de 1999 y la invasión de Yugoslavia.

    “La gran ofensiva lanzada por las fuerzas favorables de Gadafi [4 marzo] para arrancar el control de las ciudades y centros petroleros más importantes de Libia de manos rebeldes tuvo como consecuencia la recuperación de la ciudad clave de Zawiya y la mayoría de las ciudades petroleras por todo el Golfo de Sirte. En Washington y Londres, todo el parloteo acerca de una intervención militar al lado de la oposición libia se acalló al comprender que la inteligencia de campo a ambos lados del conflicto libio era demasiado superficial como para que pudiera servir de base para tomar decisiones.” (Debkafile, “Qaddafi pushes rebels back. Obama names Libya intel panel”, 5 marzo 2011, énfasis añadido).

El movimiento de oposición está firmemente dividido en cuanto a la cuestión de una intervención extranjera.

La división se da entre los movimientos de base, por un lado, y los “dirigentes” de la insurrección armada apoyados por EEUU, por otro, que están a favor de la intervención militar extranjera alegando “razones humanitarias”.

La mayor parte de la población libia, tanto los seguidores como los opositores al régimen, se opone firmemente a cualquier forma de intervención exterior.

Desinformación mediática

Los medios no están mencionando los amplios objetivos estratégicos que subyacen en la propuesta invasión. Tras una campaña mediática engañosa, donde se han estado fabricando literalmente las noticias sin informar sobre lo que realmente sucedía sobre el terreno, un gran sector de la opinión pública mundial ha otorgado su firme apoyo a la intervención extranjera por razones humanitarias.

La invasión está sobre la mesa de planes del Pentágono. Se está elaborando para llevarla a cabo sin tener en cuenta las demandas del pueblo de Libia, incluidos los opositores al régimen, que han expresado claramente su aversión ante una intervención militar extranjera en derogación de la soberanía de la nación.

Despliegue de fuerzas navales y aéreas

Si esta intervención militar se perpetrara, acarrearía una guerra a gran escala, un ataque relámpago, que implicaría bombardear objetivos militares y también civiles.

A este respecto, el General James Mattis, Comandante del Mando Central de EEUU (USCENTCOM), ha dado a entender que el establecimiento de una “zona de exclusión aérea” implicaría de facto una campaña de bombardeo a gran escala contra, entre otros objetivos, el sistema defensivo aéreo libio:

    “Sería una operación militar, no bastaría con decirle a la gente que no volasen aviones. ‘Habría que anular toda la capacidad de defensa aérea para establecer esa zona de exclusión aérea, pensar otra cosa es hacerse falsas ilusiones’.  (U.S. general warns no-fly zone could lead to all-out war in Libya, Mail Online, 5 marzo 2011, énfasis agregado).

A lo largo de la línea costera libia se ha desplegado un potencial naval masivo estadounidense y aliado.

El Pentágono está trasladando sus buques de guerra hacia el Mediterráneo. El portaaviones USS Enterprise pasó por el Canal de Suez pocos días después de la insurrección (http://www.enterprise.navy.mil)

También están desplegados por el Mediterráneo buques de guerra anfibios estadounidenses: el USS Ponce y el USS Kearsarge.

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Se ha enviado a 400 marines estadounidenses a la isla griega de Creta “antes de su despliegue en buques de guerra hacia Libia” (“Operation Libya”: US Marines on Crete for Lybian deployment, Times of Malta, 3 marzo 2011).

Mientras tanto, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Canadá e Italia se preparan para desplegar navíos de guerra a lo largo de la costa libia.

Alemania ha desplegado tres buques de guerra pretextando que van a ayudar en la evacuación de los refugiados que se encuentran en la frontera entre Túnez y Libia. “Francia ha decidido enviar el Mistral, su buque-transporte de helicópteros, que, según su Ministerio de Defensa, contribuirá a evacuar a miles de egipcios”(Towards the Coasts of Libya: US, French and British Warships Enter the Mediterranean”, Agenzia Giornalistica Italia, 3 marzo 2011). Canadá ha enviado (2 de marzo) la Fragata Naval HMCS Charlottetown.

Mientras tanto, la 17ª Fuerza Aérea estadounidense, denominada Fuerza Aérea EEUU para África, con sede en la Base de la Fuerza Aérea de Ramstein, Alemania, está ayudando en la evacuación de refugiados. Las instalaciones aéreas de EEUU y la OTAN en Gran Bretaña, Italia, Francia y Oriente Medio están a la espera.Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

 

Texto original en inglés :
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=23548

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

(Continuará en Parte II: La “Operación Libia” y la Batalla por el Petróleo)


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About the author:

Michel Chossudovsky is an award-winning author, Professor of Economics (emeritus) at the University of Ottawa, Founder and Director of the Centre for Research on Globalization (CRG), Montreal, Editor of Global Research. He has undertaken field research in Latin America, Asia, the Middle East, sub-Saharan Africa and the Pacific and has written extensively on the economies of developing countries with a focus on poverty and social inequality. He has also undertaken research in Health Economics (UN Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC), UNFPA, CIDA, WHO, Government of Venezuela, John Hopkins International Journal of Health Services (1979, 1983) He is the author of 13 books including The Globalization of Poverty and The New World Order (2003), America’s “War on Terrorism” (2005), The Globalization of War, America’s Long War against Humanity (2015). He is a contributor to the Encyclopaedia Britannica. His writings have been published in more than twenty languages. In 2014, he was awarded the Gold Medal for Merit of the Republic of Serbia for his writings on NATO’s war of aggression against Yugoslavia. He can be reached at [email protected]

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